No es fácil decidir qué libro escoger si se quiere leer una
historia del nacionalismo en Euskadi, lo que en gran parte equivale a una
historia de su partido central y principal protagonista, el EAJ-PNV. No es
fácil por sobreabundancia y porque escribirse y propagarse por escrito ha sido
una de las mejores y más lúcidas herramientas de este partido, hasta el punto
de que una inmensa literatura está disponible en las bibliotecas municipales
bilbaínas, en serio contraste con lo que comentaba respecto al socialismo
vasco.
El primer Aberri Eguna celebraba el cincuentenario del día en que Luis Arana reveló el carácter de la patria vasca a su hermano Sabino
Este libro de Santiago de Pablo, Ludger Mees y José Antonio
Rodríguez Ranz se divide en dos tomos, y el primero –este que he leído, publicado
en 1999- cubre de 1895 (fundación del partido por Sabino Arana) a 1936, con el
inicio de la Guerra Civil. Existe un segundo tomo de 1936 a 1979 e incluso una
edición que los reúne todos y alcanza a 2005. El libro se favorece de la triple
autoría, que se ha dividido los capítulos a tratar sin que ello suponga cambios
de estilo reconocibles (tal vez encuentro diferentes estilos en ocasiones en el
tipo de notas), y que tal vez haya influido en su análisis objetivo de hechos y
circunstancias que aún levantan polémica, a
los propios autores también, como bien pensado no podía ser de otro modo. El péndulo patriótico es de todos modos
un libro considerado referente: parte de una bibliografía inmensa entre la que
se incluye los propios archivos del nacionalismo vasco, su tono moderado es más
que aconsejable, y el encaje de las vicisitudes del partido en la maraña
histórica española de finales del XIX y primeras décadas del XX es estupendo.
Sabino Arana, según la estatua en Jardines de Albia,
Bilbao, cerca de la casa donde nació (foto de Juan Mesa, vía)
Entender el nacimiento, crecimiento y posicionamiento del
PNV en la historia vasca y española de los últimos 150 años no es una tarea tan
sencilla como pudiera parecer. En términos históricos, los autores abogan por
el fracaso por múltiples motivos de las políticas nacionales españolas del XIX,
que, a diferencia de las practicadas en otros países europeos, supusieron una
fractura por la que se pudieron colar los nacionalismos periféricos. En la
particularidad vasca, además, la aparición de las masas obreras inmigrantes
resultaban una amenaza para la cultura y tradiciones. El carácter mesiánico de
los Arana Goiri aunó conceptos e impregnó la llama en el momento histórico
preciso: Sabino es probablemente un personaje más despreciado de lo debido por
motivo de su obsesión con razas, apellidos y orígenes, pero su obra es ingente
en cuanto a creación de un concepto político de éxito, con clara expansión en
muy diferentes clases, y con el concepto JEL (Jaungoikoa Eta Legezarra, es decir, Dios y Fuero) como lema
fundamental, obviando la falta de ideología con la adscripción casi furiosa al
catolicismo, y manteniendo la relación con España, fuera el Fuero abolido en
1839 y su devolución, el carácter del Concierto aprobado en 1876, o la petición
de independencia genérica, como necesario germen de discusión y avance
político.
Luis Arana (vía)
El caso es que ya Sabino Arana, normalmente adscrito a la
radicalidad más completa del nacionalismo del PNV, ya intentó practicar un
acercamiento a vías menos rupturistas por pragmatismo, y consiguió que se
sumaran al partido empresarios adinerados (gracias en muchos casos al trabajo
de esos inmigrantes despreciados, por cierto) y de alma vasquista más moderada,
y ello ya trajo al seno del nacionalismo las dos tendencias en que el péndulo
empieza a moverse, la rupturista y la pactista, y su camino común: avanzar
mediante el pacto hacia la ruptura. Ya en sus primeros treinta años esto produjo
cambios de nombre (la Comunión Nacionalista Vasca), escisiones (el llamado PNV aberriano,
Acción Nacionalista Vasca), reunificaciones, dimisiones y expulsiones (las más
reconocidas las del mismo Luis Arana, el hermano que revelara a Sabino el
secreto de la nación oprimida), pero, en los momentos de consenso, acabó
derivando en importantes triunfos electorales, que ya en la Segunda República
se tradujeron en mayorías incluso absolutas. No es tampoco que su camino fuera
fácil más allá de sus propios planteamientos, ya que el PNV sufrió censura,
detenciones, ataques injustos a sus planteamientos, etc… No es lejano en esto
al PSOE de aquellos mismos tiempos, un tanto más duros con los partidos
emergentes que los actuales, probablemente.
José Antonio Aguirre (vía)
De los propios planteamientos sabinianos parte una excelente
organización increíblemente afecta al territorio y trabajada posteriormente con
una constancia encomiable. El PNV unificó valores mediante la Iglesia (a través
de la cual, con el tiempo, consiguió en gran parte y en un proceso de décadas adueñarse
del catolicismo adscrito al antiguo carlismo y sus variantes, al menos en
Bizkaia y Gipuzkoa), pero publicó multitud de periódicos de opinión y
deportivos, expandió y apoyó el deporte rural vasco, realizaba giras teatrales,
inició una decidida campaña en favor del euskera, disponía de una organización
femenina (aunque las mujeres no participaban en la vida política del partido) y
organizó una expansión territorial que salvo en Navarra llevó a una implantación
masiva del partido: creó, en definitiva, el país dentro de su propia estructura
como método para que el país se adaptara a ella. Además, salvo en algunos
episodios, tuvo una organización interna de elección de cargos razonablemente
democrática, a pesar de sus barreras de entrada. Según los autores, le faltó durante muchos años una política
económica reconocible, a pesar de contar con un sindicato con el que se
atisbaban problemas más que pendulares, pero sin llegar a ello ante los
avatares de la historia de los años treinta.
Engracio Aranzadi, Kizkitza (vía). El moderado
guipuzcoano hoy un tanto olvidado, pero padre de la prensa nacionalista y
constructor del partido en Gipuzkoa, contra el integrismo de la provincia, y el
ya secular bizkaitarrismo dominante del PNV.
Este primer volumen desarrolla todos estos elementos con
precisión, sin repeticiones innecesarias, y con un buen lenguaje, descriptivo
pero dotado de ritmo, aprovechando el que daban los acontecimientos, que en
algunos momentos se ponen incluso apasionantes (como en la revolución de
octubre de 1934, por ejemplo), o las propias particularidades del sistema
electoral español de la época, que influían decisivamente en los propios
partidos. La del PNV es tal vez una lucha en mi opinión menos trascendente por
el peso continuado, especialmente en aquellos años, del catolicismo más rancio,
y porque determinados valores esencialistas de su inicio son difícilmente
aceptables (especialmente por comparación), pero el volumen contextualiza
motivos y analiza la evolución del partido de manera clara e interesante.
Posiblemente he dado con un excelente material de partida para seguir con esta
serie, y si tiene alguna falta, esta puede ser la ausencia de perfiles más claros
de determinados protagonistas, un tanto ausentes a excepción de Sabino Arana y los
un tanto moderados de Luis Arana o Engracio Aranzadi, extraídos más de la
abundancia de referencias a ellos. El volumen, también falto de documentos
gráficos, tal vez se habría agigantado demasiado, ciertamente.
No es tiempo aún de comentar paralelismos con la época
actual, pues quedan muchas páginas por leer…