23 de septiembre de 2020

Oscar siempre

 

La divina comedia de Oscar Wilde es un cómic de Javier de Isusi que tiene la virtud primera de mirar con detalle donde raramente lo hace nadie: la vida de Oscar Wilde, principalmente en París, tras salir de la cárcel de Reading y exiliarse en Francia. Son años oscuros, donde no es tan agradable fijarse porque la gras estrella que fue Wilde, el esteta y dandi brillante conversador y magnífico autor, el dominador del teatro inglés durante un lustro de gloria, se dedicó con profesionalidad al despilfarro, la autodestrucción, y las compañías tóxicas; y lo hizo de manera consciente, como acto vital (que ahora hasta parece de carácter político en su afirmación de personalidad), consciente de que el trabajo, indisociable de la vida que le encumbró, ya era imposible para él.

La segunda virtud del libro de de Isusi es el excelente uso del medio empleado, el cómic, para la narración de los últimos años de Wilde. El inicio es espectacular, ‘montando los escenarios’ de los acontecimientos que vamos a leer en un teatro de 1900 de París, con Wilde como espectador ilusionado por contemplar la obra que se va a desarrollar. El cómic usa acuarela en blanco y negro, no enmarca las viñetas, introduce los testimonio de los personajes que estuvieron con Wilde aquellos años en formato entrevista, y hasta se permite elementos fantásticos que juegan con sus coetáneos, con especial mención a su encuentro imposible con Arthur Rimbaud, y a los paseos oníricos de absenta al otro lado del espejo.

El conjunto está francamente conseguido, es sensible y profundo al mismo tiempo, respetuoso y admirador, pero humano y tierno incluso en los episodios de carácter más patético que también protagonizó Wilde en aquellos años. Es también doloroso hacia la condición humana, desde luego. Y es muy bello, estéticamente deslumbrante: el uso de la humanidad física de Wilde llena la viñeta y su admiración (la de Wilde) por la belleza de los cuerpos, el lenguaje, y la vida está recogida con dignidad infinita. Wilde no fue un idiota, aunque se lo llamara a sí mismo, fue un hombre bueno, moral y coherente que prefirió beber la cicuta a exiliarse a la mentira llena de fealdad que hoy llamaríamos heteropatriarcado.

Pensaba que no leería otra biografía de Oscar Wilde. Me he asomado a su vida en ocasiones diversas, desde mi armario, cuando las menciones a su homosexualidad aún pensaban en su imprudencia, en que su demanda primero, su cárcel después, y su vida en París finalmente fueron una manera de suicidarse ineludiblemente, incluso canónicamente como a cualquier homosexual visible en entorno hostil le correspondía. He visto su vida en el cine (Wilde, con Stephen Fry y Jude Law), he leído biografías (Luis Antonio de Villena es probablemente su mayor experto en España) y sus propias cartas personales (Oscar Wilde. Una vida en cartas). Por supuesto, en sus propios libros y obras están su carácter y pensamiento, no sólo en aquellos que podríamos llamar biográficos (De Profundis), o en sus ensayos (La decadencia de la mentira). Para alguien cuyo final extiende una capa explicativa sobre la vida entera, sus obras también adivinan su vida, claro. Para un autor que además pensaba que en la creación y en el arte estaban la verdadera realidad y la expresión de vida personal, biografía y obra no pueden sino formar un conjunto. Tal vez por ello sea inagotable el flujo de interesados en su vida que aparecen y probablemente aparecerán Ojalá con resultados tan buenos como en este cómic de Javier de Isusi.

Javier de Isusi (vía)

9 de septiembre de 2020

Poetas que usan faldas

Probablemente hoy sería inaceptable un nombre como Versos con faldas, usando un atributo de género tan obvio y tradicional, para una tertulia poética cuyas participantes fuesen mujeres. Sucedió en el Madrid de los años 50 del siglo XX, y, por supuesto, causó polémica. Gloria Fuertes, Adelaida Las Santas y Mª Dolores de Pablos fundaron esta tertulia literaria donde participaban mujeres poetas, y cuya conmoción no llegó a los dos años, en los que se celebró de manera irregular. No poder continuar en un local gratuito, tener que cobrar entrada para pagar el alquiler, la presencia de un futbolín donde se arremolinaban los hombres mientras las poetas leían sus versos, y el paternalismo esperable dieron al traste con la tertulia en sí, aunque muchas de sus participantes se incorporaron a la vida literaria ya para siempre. Este libro recupera su historia, y para ello parte de una edición previa, publicada por una de las fundadoras (Adelaida Las Santas), y añade reseñas biográficas, si están disponibles, de las autoras, y un buen archivo documental de recortes de prensa, programas de las tertulias, etc.

Portada de la edición de Versos con faldas de 1983, editada por Adelaida Las Santas.

 Una flor de poemas tan extensa, en la que muchas autoras aparecen apenas con dos o tres piezas, siempre rinde magníficas obras individuales, ya que en general el editor siempre escoge el poema más memorable. Se pierde lógicamente en continuidad o progresión del libro, y en atmósfera, y los poemas no se acompañan unos a otros, algo por lo que las antologías son tantas veces libros frustrantes aunque contengan mucha belleza. Aquí pasa de continuo, porque el orden de las autoras es alfabético y no hay clasificación estilística o temática. No obstante, hay determinadas generalidades dramáticas interesantes, como una visión entre resignada y entregada del amor, la sutil crítica de la situación de las mujeres en el régimen, y cierta conexión con la naturaleza. Veo poco tema religioso y algo de desarraigo, que entiendo conecta lógicamente con la época, pero puede ser circunstancial según la fuerte selección para que entraran muchas mujeres en el libro. Hay poemas deslumbrantes, como las obras de Ángela Figuera o Acacia Uceta, autoras reconocidas y con cierta cantidad de obra publicada, pero también de autoras casi sin biografía o datos, sacados sus poemas y sus nombres de registros de folletos o manuscritos de unas tertulias, y que se entregarían al olvido caso de no aparecer aquí.

Adelaida Las Santas (vía)

Esta edición realizada por Fran Garcerá y Marta Porpetta, con sus recortes de prensa y sus notas manuscritas, es también una fotografía de las mujeres españolas del siglo XX, a través de biografías que muestran algunas vidas plenas y otras mutiladas, de las dificultades que atravesaban aquellas que osaban ser creativas, y que por tanto entraban en el campo de los hombres, y devuelve, a partir de un suceso tal vez menor (una tertulia literaria algo efímera, a fin de cuentas) un espejo pionero, a veces heroico, de las mujeres de las generaciones que nos precedieron, sin necesidad de subrayados, y simplemente con los hechos y, sobre todo, los poemas.

Maria Dolores de Pablos (vía)