Enterado de que el festival Gutun Zuria de
Bilbao tendría una charla con Orhan Pamuk, el Premio Nobel de Literatura de
2006, cogí Me llamo Rojo de la
estantería y le di prioridad en la lectura. Fui profesional y lo terminé quince
días antes, pero no fui diligente al ir a comprar mi entrada y me encontré con
que ya no quedaban. Pamuk ya no firmaría mi ejemplar, del mismo modo que los
maestros antiguos de la pintura que sirven de ejemplo a los ilustradores
protagonistas de la novela dejaban sin firmar sus obras, pues, si ellos sólo
transmitían el deseo plástico de Dios, ¿quiénes eran como hombres para dejar su
sello personal en la obra del altísimo?
El célebre maestro Osman, uno de los protagonistas de Me llamo Rojo, dirigió la realización
de El libro de la Felicidad (vía)
para el Sultán Murad III en el siglo XVI
Me llamo Rojo
cuenta la historia de un asesinato cometido entre los ilustradores de un libro
secreto que ha encargado el Sultán de Estambul en el siglo XVI. Los ilustradores
trabajan por turnos en casa del maestro contratado por el Sultán, pero uno de
ellos, contrariado por creer que el libro pueda ser pecaminoso y blasfemo, y
convencido de denunciarlo, es asesinado. La investigación del asesinato se
mezcla con una historia de amor y con una profunda introspección en el alma y
deseo de los artistas, que, según cuenta Pamuk, en aquel tiempo, lugar y
entorno, vivían entre el deseo de cumplir con los antiguos maestros y el de
perpetuarse con las técnicas que llegaban de Occidente, donde usaban
perspectivas, retrataban reyes y dioses, hacían representaciones obscenas, y
firmaban sus cuadros. Es decir, aspiraban a tener, y tenían, un estilo, aunque
éste supusiera la imperfección que en Estambul suponía no seguir las formas
clásicas de los antiguos maestros.
Un puente (vía) une hoy Occidente y Oriente en Estambul
La novela presenta la acción narrada progresivamente por
cada personaje. En cada capítulo uno coge la voz y la narración y cuenta su
parcela de verdad. Entre ellos, el muerto, el asesino, e incluso los personajes
de las pinturas que un charlatán narra
por las noches en un café de la ciudad asediado por religiosos radicales. A su
vez, se trata de un viaje desde la oscuridad (el pozo donde se inicia el libro
con la voz del ilustrador asesinado) a la luz que soluciona el caso, en
oposición a la vida de los ilustradores, cuyo trabajo y disciplina acaban inevitablemente
por dejarles ciegos.
Sabiduría y arte que conducen a todas las cegueras
Todos estos mimbres de best-seller
funcionan en general bien. Salvo excepciones, la narración avanca con agilidad
favorecida por el cambio de voces narrativas, y la voz moderna de Pamuk
invocando a la apertura de costumbres a Occidente, así como el drama de encrucijada
artística e histórica de Estambul (o Turquía) impregnan sinuosos la historia. Una
historia que por momentos tal vez recuerda a la de otro best-seller intelectual, El
nombre de la rosa, en que Umberto Eco describe una comunidad de hombres
(monjes/ilustradores) que se ve envuelta en crímenes por culpa de un libro,
donde los ciegos resultan ser los preservadores de una cultura antigua que
impide el progreso, y donde también existe una cámara, en este caso el Tesoro
del Sultán, que encierra todos los libros, todo ello bajo la vigilancia de Dios
y sus asumidos representantes en la tierra.
Una pena no haber coincidido con el señor Pamuk en Bilbao,
pues. Nos veremos en otra pintura, espero.
Orhan Pamuk (vía)