19 de noviembre de 2015

1860. Capítulo 1


Hace poco leí un artículo sobre el fascinante proyecto literario de Patrick Deville, contar en doce novelas la historia del mundo desde su conexión globalizada en 1860, y no pude evitar sentir el cosquilleo de los grandes proyectos literarios a seguir. Bueno, el cosquilleo que normalmente sienten otros lectores, que yo no suelo caer en trilogías nórdicas noir, largos cuentos de sado soft, o frescos medievales de brutalidad postmo. En realidad, creo que el picor arreció porque el proyecto está en marcha, porque hay un evidente aliento proustiano en el mismo –aunque muchas diferencias con el muchacho que apenas salía de Balbec-, y porque las conexiones y paralelismos históricos siempre me han interesado. La decisión está tomada: leer las novelas en el orden en que el escritor las ha ido publicando, leerlas en castellano, hacerlo necesariamente con ejemplares de biblioteca, empezar ya y esperar varios meses entre volúmenes. El orden de las ediciones, la existencia de traducciones, y que las bibliotecas se comporten son las barreras a superar.

Me pongo normas porque el lector tiene derechos, y porque me parece adecuado hacerlo ya que Deville tiene las suyas propias: las doce novelas parten de 1860 y acaban en la actualidad (bueno, no es del todo exacto en Pura vida), todas narran una exploración, un avance científico, una conquista o un suceso de los que cambian la historia (esto sí), todo lo escrito en ellas es verdad (vale), y las seis primeras novelas viajan de Oeste a Este, mientras que las seis últimas lo harán al revés (a mí me parece que la primera viaja más del norte al sur, aunque puede ser discutible). En fin, que con estas condiciones yo también podré saltarme mis propias reglas, ahí, innovando tope.

William Walker (vía)

1860 es el año de la muerte de William Walker, a quien la mayoría recordamos con los rasgos de Ed Harris, que fue un señor norteamericano que llegó a presidente de Nicaragua, y cuyas campañas en Centroamérica son uno de los muchos motivos del histórico odio a los Estados Unidos existente en la región. Su revolución particular ocurre en lugares no alejados de la que luego intentara protagonizar Sandino y que Somoza padre cercenara en cuanto tuvo ocasión. Aunque décadas más tarde las tornas cambiaran y el sandinismo de Ortega y Borge tuviera su oportunidad frente a Somoza hijo. Pura vida tiene un desarrollo importante en 1997, cuando Deville visita a varios protagonistas del momento nicaragüense, justo cuando el corrupto Arnoldo Alemán ganó las elecciones a los sandinistas, que ya llevaban años fuera del poder tras aceptar que hubiera elecciones democráticas. Claro que la revolución sandinista no hubiera existido sin el apoyo de Cuba, que también tuvo su revolución, con uno de sus líderes pretendiendo una unión de latinoamericanos que también buscó el libertador Simón Bolívar (de quien Deville recuerda su derrotista y agotado  quien sirve a la revolución ara en el mar), quien fue presidente de varios países, algo a lo que William Walker no hacía ascos.

La apasionante circularidad de la Historia, la historia interminable de las revoluciones en Latinoamérica, que recuerdan a las veintiocho de ellas que lideró el coronel Aureliano Buendía –sin ganar ninguna-, los personajes inconmensurables, héroes y antihéroes,  como Francisco Morazán (que fue presidente de cuatro países, incluyendo una unión efímera de todos los estados de Centroamérica), Narciso López (que intentó descolonizar Cuba cinco veces), o el Che .50, que… bueno esto sería un sin parar, no tiene sentido nombrar todas las puertas que abre este texto rico en conexiones, vidas y desvelos. A estas historias de la Historia se le une el episodio del propio Deville en los dos  principales escenarios de los hechos directos en la vida y muerte de William Walker, Nicaragua y Honduras, donde muestra los resortes de un trabajo que es investigación pero también experiencia, acercándose al nuevo periodismo y a la no ficción, pero narrando una mixtura temporal de carácter exclusivamente novelesco, de cierta mirada evasiva, al que los hechos superan por su propia aparatosidad y grandilocuencia, dejando al hombre concreto relegado al papel, hoy, de espectador, en el fondo, de la propia especie a que pertenece.

El siguiente episodio sigue a Brazza por África.

No, no voy a abrir un blog nuevo, seguiremos informando en éste.

Patrick Deville (vía)


2 comentarios:

  1. Leches, pues yo debo decir que las bibliotecas no se están portando por aquí demasiado bien, amén de lo descatalogado que está, que ya estuve preguntando por él y todos me contestaban "¿el de Mendiluce?". Y eso que le tenía sitio hecho. Cuando tenga tiempo de hacer turismo bibliófilo me apunto al proyecto.

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  2. Jojo.... Bueno, también es cierto que no le están publicando cronológicamente, y que además hay libros en diferentes editoriales. Vamos, que va a ser un sindiós. Pero el reto, ay, el reto...

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