22 de octubre de 2023

Buen trabajo

 


Es muy fácil titular esta reseña de Nice Work, la novela de David Lodge, con el propio título de la misma, porque la define perfectamente. Se trata sin duda de un trabajo excelente, una novela inteligente y construida con gran precisión, que utiliza su humor e ironía para explicar un momento social, los problemas y psicologías de sus dos personajes principales, y diferentes maneras de afrontar la vida con mayor profundidad de la esperada.

Lo más inteligente de toda la obra es probablemente la naturalidad con la que integra su carácter metaliterario (es muy obvio el interés del autor en el estudio y la crítica de la literatura) en todos los niveles de la obra sin que esto chirríe, enlentezca, o parezca una arrogancia de autor. Para ello usa a uno de sus personajes principales, Robyn Penrose, profesora precaria de la Universidad de Rummidge (trasunto de Birmingham), feminista, profesora de estudios literarios de la mujer, y especialista en la novela industrial británica de mediados del siglo XIX, escrita fundamentalmente por mujeres, con la excepción de Dickens. Penrose, personaje empoderado y prototipo de un estricto punto de vista izquierdista en la Inglaterra de Margaret Thatcher (la novela transcurre a mediados de los años ochenta), participa en el programa llamado ‘Año Industrial ', y durante un trimestre se convierte en la ‘sombra’ de un directivo de la muy decadente industria local. El interfecto es Victor Wilcox, gerente de la fundición Pringle’s, que ha sido contratado para sanear los números de la empresa, y que con sus problemas familiares (tres hijos adolescentes y jóvenes despreocupados y una mujer a la que no quiere), confronta absolutamente en todo con Robyn. Vic y Robyn tienen que verse durante 10 miércoles seguidos en que Robyn visita Pringle’s y se convierte en la sombra de Vic. Por supuesto, el conflicto es completo en todos los ámbitos: derechos laborales, gestión pública de la universidad y privada de la industria, relaciones sentimentales y definición del amor y la familia, y de los derechos de la mujer.

Nice Work se convirtió en una serie de TV a finales de los ochenta

Lodge abre cada parte del libro con una cita bien escogida de entre los libros de la novela industrial de la que Robyn es especialista: Elizabeth Gaskell, Charlotte Brontë, Charles Dickens. Presenta a Robyn reflexionando sobre la novela como instrumento productivo asociable por su naturaleza más industrial que creativa al desarrollo histórico del capitalismo, y bajo esta idea central construye los mimbres de la novela, analizando mediante el criticismo deconstructivista los males del mundo industrial, machista y cortoplacista de Vic, a la par que introduciendo el bisturí de lo pragmático y productivo en el ensoñado mundo académico del Departamento de Literatura de una universidad media amenazada por los recortes. Vic y Robyn dudan de sus convicciones propias, chocan con frecuencia y cierta fiereza, y, si el combate tiene algún vencedor, sin duda es Robyn, qué, representando la modernidad y la juventud, es la apuesta de Lodge por un país y una sociedad mejores. Y ello se hace sin despreciar a Vic, hombre hasta cierto punto aprovechado y víctima de su situación a la vez, y al que la deconstrucción personal reasienta bastante mejor de su situación inicial.

No es fácil asentar estas ideas con sus matices en un libro que mantiene una relevante capa de escritura de humor, que además evoluciona, creo, en su propio punto de vista para pasar de lo que inicialmente es (o parece) un estupor de origen masculino de cierta displicencia hacia Robyn, a un reconocimiento de sus convicciones y capacidades, en un viaje en que Lodge condiciona al lector inicialmente, pero a cuyo cambio acompaña con cierto gozo. Varios episodios hilarantes del libro van además construyendo inadvertidamente este proceso hasta la conclusión final, que resuelve todos los conflictos dramáticos (generacionales, sexuales, laborales) con cierta rapidez deus exmachina una vez que el discurso profundo tan elegantemente desarrollado y completado de la novela está claro y empieza a agotarse. No ofrece solución el libro a la situación de aquella Inglaterra, cuya crisis continuada es un oscuro nubarrón que Lodge aprovecha como recurso dramático, pero al menos sí da un respiro o esperanza a sus personajes principales.

En definitiva: buscar más libros de Lodge parece obligado. Durante la lectura recordé con frecuencia el diseño de las obras del mejor Eduardo Mendoza, qué, a fin de cuentas es contemporáneo de Lodge.

David Lodge (vía Babelia)



1 de octubre de 2023

Canon de literatura gay

 


Afrontar esta lectura apenas unas semanas después de acabar De la cámara a la carne es peculiar porque no fue buscado, sino que sucedió así. Son dos libros de concepción similar, con un objeto de estudio próximo ,y, en este libro en concreto, con una buena cantidad de referencias a la obra anterior de Alberto Mira, como Para entendernos, o De Sodoma a Chueca.


Álvaro Retana


El canon de la literatura gay en español
, de Augusto F. Prieto, publicado por la editorial subversiva (por negarse a estar en redes sociales) Amistades Particulares, recoge treinta y dos pequeños ensayos sobre obras literarias (novela sobre todo, pero también algo de teatro, poesía e incluso un texto calificable de ensayo) que el autor considera fundacionales dentro de la literatura en español de contenido homosexual. En una visión amplia, el autor recoge autores de muchos países hispanoamericanos, de modo que, aunque los autores españoles sean los más abundantes por nacionalidad específica, el peso global del continente hispanoamericano es mayor. La presencia de un máximo de una obra por autor parece una condición necesaria, así como una continuidad cronológica, y ciertas características comunes de cada ensayo: una explicación de la obra, su inserción e impacto en la literatura de su país, la reacción que obra y o autor tuvieron, más algunos datos biográficos y literarios del autor, que suelen terminar cada texto.


 Manuel Mújica Laínez

La nómina de autores muy reconocidos es relevante: José Donoso, Federico García Lorca, Luis Cernuda, José Lezama Lima, Manuel Puig, Luis Antonio de Villena, Rafael Chirbes, Ricardo Piglia, Terenci Moix..., pero otros, muchos, están alejados de estos oropeles y pueden resultar novedosos y desconocidos, como me ha pasado con varios autores hispanoamericanos. Pero por desconocidos que fueran los autores y las obras, todos los ensayos tienen un contenido y un análisis interesante, en varios casos relacionado con el hecho de tratarse de la primera obra literaria de temática gay en su país de publicación, y por ello con un valor de apertura, innovación o escándalo que trasciende lo literario y pasa a lo histórico. Curiosamente, eso puede lastrar el ritmo del libro, en el sentido de que al final no está describiendo la literatura de contenido gay en una lengua determinada, sino la de varias literaturas definidas en realidad por la nacionalidad del autor y/o su lugar de publicación. En realidad, que una obra publicada con impacto en México no influya en Cuba, Venezuela o Argentina puede deberse a dificultades de publicación por la temática (aunque el escándalo suele llevar al éxito de ventas) o, me temo que sea más posible, por considerar que la homosexualidad es un problema extranjero y por tanto no obtener esa repercusión en caso de publicación en otro país. El problema para el libro es por ello tener varios puntos de partida, una ausencia de continuidad única, y más bien varias continuidades. Y para la literatura gay en español, la sensación de que nunca existió una interrelación verdaderamente profunda entre autores de diferentes países. Hay excepciones, claro, además de escritores que se asientan en más de un país. Pero la sensación general deja ese regusto, que probablemente es extrapolable a otras temáticas e incluso al conjunto de cada literatura nacional en español.

José Donoso


Es imposible en este espacio entrar a discernir los ensayos y los libros en qué se basan, y precisamente la dispersión de nacionalidades y mitos de cada una de ellas que mencionaba dificulta más la labor. El valor del libro como descubrimiento de materiales es apabullante, por supuesto, y de él voy a tirar para nuevas lecturas de libros viejos. Obsérvese el listado de autores y libros:



También es muy interesante ver que ya se han realizado trabajos de análisis previos del tema por autores de los que además Prieto recoge una concisa pero intensa bibliografía por cada ensayo. Lógicamente, las historias recogidas van paulatinamente avanzando de una represión inicial (a veces sobreactuada por oposición, como en Álvaro Retana) en que las relaciones no son posibles, se dan en entornos ocultos o sórdidos, o acaban necesariamente en no-consumación, separación definitiva o muerte, hacia una mayor liberación de costumbres, a veces disfrazada de lirismo o barroquismo ambiguos, para terminar en cierta libertad expositiva, si bien nunca del todo integradora: lo homosexual es siempre conflicto -por escándalo, por diferencia, por contraste- y rara vez un significado propio, un constructo en sí, un objeto inequívoco de disciplina artística autónoma. En este sentido, puede que la literatura del siglo XXI, que Prieto prefiere no estudiar por inabarcable y por tanto alejada individualmente del concepto de canon e influencia, ya tenga esta evolución en el abrumador tsunami de obras que almacena en apenas dos décadas; recuerdo y recomiendo en ese sentido y dentro de la literatura en español, a Álvaro Llamas y su Esos días a finales de aquel año.


Augusto F. Prieto (vía Shangay)