Ya en
una entrada anterior sobre mi previa lectura de Jane Austen (sólo me falta La abadía de Northanger) intenté
entender la eterna cuestión del análisis de su literatura desde perspectivas
feministas. Me pregunto ahora si es posible deshacerse de este asunto al hablar
de Emma, en la que su protagonista,
una joven de altos rango y renta, actúa como una alcahueta interesada que
intenta crear matrimonios según criterios personales, manipulando sentimientos
de los amigos que le rodean, hiriendo a otros –bien que sin proponérselo aunque
obviamente juegue con fuego-, influyendo con conocimiento de causa en aspectos
esenciales de la vida de los demás, y –perdón por el spoiler, pero lo voy a
hacer porque es banal descubrir que el libro termina así- sucumbiendo ella
misma a la fuerza del casamiento a pesar de haber proclamado su soltería
vocacional. Parece bastante difícil no hablar del tema, claro.
Gwyneth Paltrow fue Emma en la versión cinematográfica más
conocida de la novela. Austen no me parece una autora que haya tenido fortuna
con las numerosas adaptaciones de sus novelas
Emma es un personaje de evolución extraordinariamente
interesante envuelto en una trama un tanto larga y algo excesiva, aunque
cerrada como el estupendo mecano de sentimientos aparentemente banales de un
grupo encerrado en una comunidad rural, pero repleto de ágiles y didácticas
lecturas sociales que siempre conllevan, con humor e ironía, las novelas de
Austen. Emma apenas tiene veintiún años, y su concepto elevado de sí misma y su
aparente seguridad en el conocimiento de las relaciones son impostados; la
trama se dedica a desmontarlos de continuo, haciendo que sus intentonas
casamenteras resulten en terribles fracasos, por su falta de observación
objetiva y de conocimiento social real. Su desprecio de clase es también
frecuente, especialmente cuando el argumento le permite criticar las uniones
matrimoniales que le disgustan; pero si es al revés, se convierte en firme
defensora del derecho de la mujer preparada a mejorar su vida. Preparada según
los criterios de Emma Woodhouse, por supuesto. No obstante, tampoco es una
persona vocacionalmente malvada o estúpida, está dispuesta a replantearse su
comportamiento cuando los acontecimientos se imponen, o cuando se lo reprochan
razonadamente, y acaba entendiendo que no domina los resortes completos del
juego social.
Pero es probablemente la protagonista menos agradable que
recuerdo entre las heroínas austenianas: su corazón es menos puro, o, tal vez,
menos amable, y se percibe un cierto egoísmo que trasciende la posición social,
y que no es superado por el tono de comedia romántica austeniano. Me pregunto
hasta qué punto existe un dibujo más marcado de la propia Austen en el
personaje de Emma que en otros mejor parados de todas sus novelas. Jane Austen
comparte con Emma Woodhouse su deseo de no casarse nunca (algo que no es caso
único en sus novelas), pero sobre todo su afán en construir parejas e historias
y en definir personajes a su antojo a su alrededor. Si realmente Emma Woodhouse es un
espejo de la autora más importante que el de otros libros, definido por este
carácter literario y creador, tal vez Austen comprendió escribiendo Emma que vivía en un mundo cuyo
conocimiento verdadero se le escapaba a pesar de conocer bien sus detalles
factuales, lo que le otorgaría un grado de sincera lucidez a esta obra dentro
del conjunto de escritos de esta autora admirable.
Jane Austen (vía)
Con esta entrada se han ofrecido 200 banquetes a la tropa. Gracias por estar ahí!
Yo diría que pese a ser adaptación libre Clueless es más conocida y vista que la versión de la Güínez. Y sobre que no ha tenido suerte con sus adaptaciones, a mí me gusta bastante el Orgullo y Prejuicio de Joe Wright (y soy moderadamente optimista con http://blog.screenweek.it/wp-content/uploads/2014/10/Pride-and-Prejudice-and-Zombies-EW.jpeg )
ResponderEliminarPor datos de recaudación, Imdb confirma, estimado dodo, que Clueless fue una película más vista (77 millones de dólares frente a 38, en recaudación global), aunque costó el doble, y podamos tener dudas razonables de que el público la identifique con el original austeniano. Emma, la película de Douglas McGrath, es ro lle te, la pobre.
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