
No es precisamente la primera vez que vemos la Biblia en cómic. Pero de los interesados dibujos con que amenizaban la lectura de los libros sagrados en las catequesis y escuelas católicas a una adaptación a imágenes fiel al contenido completo del texto hay un salto importante. Y este salto, en una sorpresa inicial, lo da Robert Crumb, quien durante 5 años ha dedicado sus esfuerzos a esta ilustración literal del primer libro de la Biblia, el Génesis, que se ha publicado en castellano en gran formato (290 x 220 x 35 mm, ca. 1000 g), y que incluso ha utilizado la traducción directa de la Biblia de la Biblioteca de Autores Cristianos en lugar de traducir del inglés los textos que acompañaban a las imágenes de Crumb.
Este Génesis de Robert Crumb es, como producto, muy irónico. Robert Crumb es el padre más reconocido del cómic underground. El hombre que sacó a la historieta del público casi exclusivamente adolescente y postadolescente de los cincuenta, y puso el centro de atención en el lumpen, el sexo, la violencia y las drogas, en una realidad que el cómic no trataba hasta entonces (o, al menos, no lo hacía de una manera suciorrealista), y que encontró su reflejo en la contracultura de los 60 y los 70. Todo ello le dio éxito y reputación a Crumb. ¿Qué hace ilustrando el Génesis, de manera realista, con cuidada ambientación y un trabajo detallado y estudiadísimo? Esa es la primera ironía, la sorpresa que mencionaba más arriba, pero que visto el libro se disipa enseguida: el Génesis está lleno de sexo, de violencia, de mujeres voluptuosas, además de otros temas, claro.

Una segunda ironía se produce al reflexionar sobre el público natural de un libro así, nada comparable con las ilustraciones religiosas habituales. Si el texto dice que Caín mata a Abel, que los animales que no entraron en el arca murieron ahogados, o que en Sodoma llovió fuego, Crumb nos lo muestra en planos realistas rigurosos, con su feísmo característico. Y a la Iglesia no suele gustarle del todo esto, lo cual afirmo aunque La Pasión, la película dirigida por Mel Gibson, pueda parecer un ejemplo en contra: sin duda en esa adaptación el sexo no tenía demasiada importancia, mientras que en el Génesis es un motor fundamental de la narración.
El Génesis de Robert Crumb recoge episodios que muchos conocemos por nuestra educación, o que se recuerdan bien al ir leyéndolos. Hay momentos espectacularmente ilustrados, gracias también a su grandilocuencia (el diluvio, Sodoma y Gomorra) y otros que no pueden evitar las partes más áridas, como los listados de reyes y herederos que eran necesarios para apuntalar la tradición judaica. Pero a mí me impresiona mucho en este libro la capacidad para el retrato psicológico por parte de un autor como Crumb. Pero, de nuevo, se puede entrever una lectura paralela. Sus personajes pueden llegar a estar alucinados o poseídos, pero no por una sustancia psicotrópica, sino por la expeciencia de lo divino. Supongo que pocas cosas pueden proporcionar un mayor viaje que ver ciertamente a Dios, aunque en el Génesis sea algo natural y no necesariamente místico.

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