Tiene varias cosas sorprendentes Los años, el primer libro de Annie Ernaux que leo. Ernaux fue premio Nobel en 2022, y practica siempre, al parecer, una literatura del yo “diferente”. Los años es una especie de autobiografía completa, escrita en primera persona del plural (no hay yo, hay “nosotros”) y tercera persona cuando habla de sí misma, en la que lo íntimo y lo sociopolítico se entremezclan, y que es difícil desligar del anhelo de realizar un retrato generacional e histórico.
Pero lo más sorprendente del libro es que explique su
diseño, estructura, estilo e intenciones en sus últimas páginas. Que la autora
acaricia la idea de hacer un libro de su vida y que lo ha iniciado es algo que
va apareciendo en el texto cuando ya es una mujer madura. Pero en esas páginas
finales mencionadas en realidad parece escribir la mitad del contenido de
cualquier crítica o reseña del volumen, y no ha dejado al espíritu analítico
del avezado crítico que descubra sus intenciones y estructuras más allá de la
superficie del texto que el volumen contiene. En cierto modo, me parece una
pequeña genialidad no exenta de egolatría; tal vez por ello mismo.
Los años se estructura a partir de fotografías. La
autora parte para cada capítulo del libro de una imagen de su vida, fotografías
en que aparece sola o acompañada, y que siempre tienen en el dorso el lugar y
el año en que se tomaron. La imagen y la información desatan no tanto el
recuerdo como el pulso narrativo: qué lugar es, qué se hacía al tomar la foto, la
edad de la protagonista, cómo eran los tiempos, si había acciones familiares en
marcha, o si ya iba a la escuela, la universidad o el trabajo, bien en el campo,
del que es originaria Ernaux, bien en la ciudad. Ernaux nace en la guerra (1940),
vive la posguerra, el impacto de la guerra de Argelia, la Revolución de Mayo
del 68, la presidencia de Mitterrand, el atentado de las Torres Gemelas, y el
crecimiento de la ultraderecha. El libro no llega a la última década francesa
tan agitada, que cualquiera diría que el país desea acaparar una historia de la
que a nivel global ya no es protagonista primera.
Los recuerdos de Ernaux son más colectivos que personales,
especialmente en las primeras décadas, ya que al final del libro abundan más
los episodios familiares. El sentido colectivo del texto por el uso del plural
en primera persona es un recurso efectivo, dando idea de clase, generación y
pertenencia. A la vez, impone una idea determinada de la vida del país, y
presenta una ficción de convencionalidad de un tipo de vida: Francia, parece
decirse, era así.
Además de este rasgo, el estilo huye de lo narrativo
convencional de la autobiografía al uso, con continuidad de recuerdos que narren
episodios concretos de planteamiento y desenlace tópicos, sino que existe una
construcción de elementos en progresión, la construcción tal vez de una vida, y
un cúmulo emotivo más que narrativo. Por el camino queda la sensación de una
honestidad diferente, diría que convencida de su sentido de la pertenencia a un
"nosotros/nosotras" no definido del todo. Pero, también por el
camino, se desliza un genio descriptor de sensaciones que creo es su gran
valor; sirva a modo de ejemplo este párrafo en que descubre, hablando de sí
misma en tercera persona, su relación con un amante treinta años menor que
ella, que ya frisa los sesenta:
"Cuando se pone a pensar, sabe que el elemento
principal de su relación, en lo que la concierne, no es sexual: ese muchacho le
sirve para revivir lo que ella no habría creído revivir un día. Cuando la lleva
al Jumbo a comer, cuando la recibe con los Doors, y cuando hacen el amor en un
colchón tirado en el suelo en su estudio helado, ella tiene la impresión de
interpretar escenas de su vida de estudiante, de reproducir momentos que ya han
tenido lugar. Ya no es la misma verdad y al mismo tiempo esa repetición es la
que presta realidad a su juventud, a sus primeras experiencias, a las
<<primeras veces>> que, en medio del estupor de su irrupción,
carecían de sentido. Tampoco lo tienen ahora, la repetición colma al vacío y
aporta la ilusión de algo cumplido. En su diario: <<me ha arrancado a mi
generación. Pero yo no estoy en la suya. No estoy en ninguna parte en el tiempo.
Es el ángel que resucita al pasado, que te vuelve eterna>>.
Aunque el libro me ha parecido excelente, confirmo dudar
sobre seguir con más textos de Ernaux, pues parece que el registro debe ser el
mismo en toda su obra. Se agradecen recomendaciones, por supuesto.



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