8 de junio de 2016

Las buenas izquierdas


George Orwell, el autor de Rebelión en la granja y 1984, fue miembro del Partido Laborista Independiente, ILP, y en los años treinta viajó a España para apoyar a la República durante la Guerra Civil, alistándose en las milicias del Partido Obrero de Unificación Marxista, POUM. Combatió en el frente contra el ejército nacional, en Barcelona contra los guardias de asalto del gobierno republicano y las milicias del Partido Socialista Unificado de Cataluña, PSUC, y tras volver al frente y ser herido consiguió su licencia para volver a Inglaterra no sin antes vivir la ilegalización del POUM y su propia persecución por parte del gobierno. Todo esto se narra en Homenaje a Cataluña, esta narración de sus vivencias en menos un año de estancia en España, pero cuyas conclusiones sin duda se extienden al menos a la temática de fondo político de sus dos grandes novelas y supongo que de manera genérica a gran parte de su obra.


Si ya pensaba, sobre todo gracias a Rebelión en la granja, que Orwell era un magnífico fabulador, ahora debo decir que es estupendo como ensayista, autobiógrafo e incluso historiador (sabiendo que la falta de perspectiva temporal le aleja de esta figura, pero consciente de que algunas de sus conclusiones son aparentemente bastante certeras incluso unos meses después de salir del país). En su caso se unen su facultad narrativa y dramática con el valor innegable de la experiencia directa, un trabajo de campo de gran valor. La descripción de la vida en la trinchera y en las posiciones, la cercanía a los protagonistas individuales de la contienda desde la primera frase (En el cuartel Lenin de Barcelona, un día antes de alistarme en la milicia, vi a un miliciano italiano delante de la mesa de oficiales) y la sufrida rutina del desastre cotidiano de un país ya de por sí poco organizado pero ahora además en guerra, inician el relato en episodios cronológicos, y desarrollan a Orwell como persona en su convencimiento de que Cataluña vivía bajo una Arcadia revolucionaria, dirigida por los sindicatos y los anarquistas, desde el golpe de estado y hasta al menos diciembre del 36. Al volver del frente cuatro meses después, su experiencia en la ciudad es otra (incluso ya la ve cambiada y sin rastros de revolución), con los hechos de mayo a punto de estallar, y con el gobierno republicano necesitado de los fondos soviéticos que exigían el fin de la revolución colectivizadora (Orwell vincula esta exigencia a los intereses exteriores a España de la URSS) y por supuesto de la facción trotskista del POUM, prácticamente aniquilada acusada de quintacolumnismo franquista. Orwell no rehúye el tema, analiza con profundidad política los intereses y pensamientos de cada facción en el (supuesto) intento común de todas de acabar con la amenaza fascista a la república, explica por qué cree que la guerra no se podía ganar sin la revolución (en su opinión, básicamente porque no había otro modo de convencer al campesinado, en aquel entonces esencial en un país agrario como España), y establece actos y responsabilidades de socialistas, comunistas, trotskistas y anarquistas en la guerra civil que los catalanes tuvieron dentro y añadida a la propia guerra civil española.


Las convicciones antitotalitarias de Orwell se adelantaron a su tiempo, no tanto por comprender las del fascismo y el nacionalsocialismo (que en España tomaron las formas que Orwell piensa suavizadas del franquismo debido al propio carácter español; previó incluso el éxito de ese modelo y su posibilidad de duración), sino por haber comprobado en su persona las del estalinismo, que aún tendría unas cuantas décadas de prórroga intelectual en Occidente. No creo que haya de todos modos en este libro (tan directo y doloroso como puñetazos a la panoplia de pensamientos de izquierda que resultan no serlo) paralelismos verdaderamente reales con la situación actual, salvo, claro está, la circunstancia del arraigo de muchas formas de izquierda (desde la anticapitalista hasta la coaligada con la derecha, aunque ambas apoyando –o no- al mismo gobierno) en una Cataluña ideológicamente tan fascinante como incomprensible.

George Orwell (vía)



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