Esta obviedad es mencionada por José Luis López Aranguren en
este libro, augurando que nunca seremos capaces de vivir en una sociedad sin
problemas morales. Para Aranguren no es fácil conciliar el mundo de la teoría
que suponen los condicionantes éticos y el mundo práctico de la política real.
Uno puede situarse en posiciones extremas al respecto: no querer participar en
política por sentirla éticamente inaceptable –esto Aranguren lo ve como una
desgraciada falta de cumplimiento de obligaciones del ciudadano demócrata, y lo
achaca a posiciones burguesas o anarquistas-; o adoptar posturas de realismo
político que ven la práctica política como un conjunto de soluciones técnicas
no necesariamente opuestas a la ética, pero en la que esta no tiene por qué
participar (es interesante cómo compara la ética personal frente a la colectiva
en algunos casos, o cómo muchos países practican este realismo político en su
política internacional pero no en la nacional, con su pueblo aceptándolo sin
problemas). El punto medio, afirmar ambas cosas a la vez, es finalmente vivido
por el protagonista que lo intenta como una imposibilidad trágica, o como un
drama moral…
(vía)
Ética y Política
es un libro excelentemente escrito, claramente expositivo, con cierto carácter
divulgativo que efectúa un repaso a las políticas y pensamientos que durante
los siglos XVIII y XIX cambiaron los regímenes políticos en busca de edificios
más justos, que disecciona las éticas individuales y colectivas, la relación
entre ellas, y por qué determinados movimientos políticoeconómicos, antes
filosóficos, los impusieron. Contiene capítulos magníficos para explicar por
ejemplo en un contexto histórico (la Ilustración) el desarrollo de las
soluciones técnicas de la división de poderes como herramienta para que el
ejercicio político fuese más justo, o la necesidad de convertir al ciudadano en
soberano (y su participación continua) para que una democracia sea digna de ese
nombre, mostrando a la vez cómo concepciones directamente políticas o la
potenciación de la moral individual pueden contribuir a un mundo mejor. O por
ejemplo la evolución de la participación individual en la política en fases revolucionarias,
democráticas o dictatoriales. El libro pasa por Marx, Hegel, Montesquieu, Rousseau
o Sartre, como figuras que estudiaron o propusieron concepciones que implicaban
una visión determinada de la ética en la práctica política.
Recuerdo mucho a Aranguren de sus múltiples apariciones
mediáticas durante los años ochenta. Su historia era polémica porque pasó de
intelectual falangista y cristiano a catedrático que protestaba contra el
régimen, y a figura de la democracia y la filosofía en la transición. Tuvo en
su día que dejar su cátedra, pero vivió un gran reconocimiento en sus últimos
años. Este libro, que he disfrutado pero no subrayado como habría querido
(porque no es mío) tiene más virtudes académicas que realmente algo que pudiera
llamar pensamiento propio. Aranguren es claramente no marxista (los argumentos
dedicados a su ética colectiva son contundentes), utiliza elementos cristianos
en algunos argumentos pero sin subrayar su preeminencia, y defiende lo que hoy
llamaríamos empoderamiento del ciudadano individual para apuntalar una política
más justa y verazmente democrática. Ninguna de estas ideas es especialmente
original o distinta, creo, pero su expresión y desarrollo son adecuados también
para nuestros tiempos.
José Luis López Aranguren, por Jesús Ciscar (vía)
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