Al lector casual de Wislawa Szymborska le puede haber pasado
el plantearse determinadas preguntas a la lectura de su poesía racional,
limpia, de observación ingenua pero lúcida: ¿cómo es posible una poeta así
nacida en Polonia en 1923, considerando la historia que le tocó vivir? Esta
pregunta podía ir a mayor detalle: ¿dónde está el holocausto? ¿Dónde el
socialismo real? ¿Por qué no existe el compromiso de los grandes temas que
asociamos a los artistas e intelectuales, al menos en los tiempos convulsos de
la historia?
Trastos, recuerdos
es una biografía un tanto atípica, al menos en las posibilidades de su
concepción. Realizada con admiración hacia la biografiada, muestra su proceso desde
su propio título, sacado de un verso del poema que la poeta escribió sobre la
presentación de currículos laborales. El libro está escrito en una primera fase
por sus dos autoras de espaldas a la poeta y basándose en un escrutinio pormenorizado
de sus textos (especialmente de las Lecturas
no obligatorias) para contrastar datos y obtener información de sus gustos y
temores incluso desde su infancia. Szymborska, que no estaba interesada en que
se realizar un trabajo biográfico sobre ella, acabó ayudando a las autoras al
reconocer el esfuerzo realizado y viendo que una vez concedido el Nobel un
libro así se acabaría escribiendo. Las preguntas difíciles comentadas quedan
respondidas: admite haber escrito poemas que tenían que ver con el holocausto,
pero que su resultado no le gustó. Y vivió el peso de la ideología del
estalinismo, del cual escribió textos elogiosos durante su juventud, para irse
desencantando, separándose de la línea oficial, salir del partido y acabar
siendo investigada por el régimen. Szymborska fue una niña bien, hija de un
político nacionalista polaco, que se salvó de los peores designios de la guerra
en uno de sus mayores infiernos urbanos, Cracovia, y que después malvivió
gracias a su colaboración en edición de revistas y con la publicación de reseñas
y poemarios, relacionándose con los círculos literarios de su ciudad, en los
que tejió una red de amigos que sobrevivieron a la guerra y al régimen
comunista con escapismo irónico. Szymborska no estaba fuera de su mundo, pero los
resultados de su inexperiencia política le dejaron muy defraudada –su
comentario sobre que las personas que no saben de política están a la merced de
cualquier voz externa es muy revelador- y nunca volvió a realizar compromisos
públicos con causas generales, aunque sí defendió a artistas e intelectuales
individuales. Fue jefa de sección de poesía de una revista literaria que tuvo
que abandonar al devolver el carnet del partido comunista, se vio obligada a
vivir en un ‘cajón’ inmobiliario, redactaba sus poemas con extremo cuidado,
trabajo y paciencia, durante cuatro décadas escribió sus reseñas literarias de
libros inesperados… y en 1996 ganó un Premio Nobel que la abrió al mundo y le
dio un giro completo a su vida.
Szimborska y un mono
El libro sigue una cronología de su vida, pero no tiene una
intención descriptiva o detallista en ese seguimiento. Establece capítulos que
son etapas también emotivas de una vida, incluidos los viajes, las parejas que
tuvo, o los antecedentes literarios de su familia. No se detiene en
descripciones sociales ni familiares exhaustivas, y prefiere que los propios
textos de Szymborska hablen por la historia que quiere contar. El texto
adquiere a veces rasgos de aventura ante la dificultad de conseguir algunos
datos, o la referencia de comunicaciones que las autoras solicitaron a
allegados y conocidos de Szymborska. El resultado es también un libro sentimental,
que crea conexión del lector hacia la biografiada, captando con aparente ligereza
el modo de pensar y de ser de la premio Nobel, y que contiene incluso episodios
humorísticos, entre los cuales destaca por incluso hilarante el capítulo de su
relación laboral con el joven secretario que contrató para gestionar las
relaciones profesionales tras el premio.
Hoy es difícil recomendar leer poesía, pero Wislawa
Szymborska suele ser una garantía de éxito entre lectores que se han alejado de
los poemas, si es que alguna vez los leyeron. La inclusión de algunos poemas en
el libro es también una introducción a quien pueda tener una primera aventura
en la obra de Szymborska. Además, la biografía incluye sorpresas a añadir al
bagaje que cada cual pueda tener de Szymborska, que en las ediciones que ha
tenido en España son las poesías y las reseñas literarias. En este libro se
descubren algunas maravillas: están los “liméricos”, composiciones humorísticas
de sólo cinco versos que deben centrarse en una ciudad (como Limerick) para un
ripio breve y a poder ser pícaro. Szymborska lo practicaba mucho para amenizar
los interminables viajes por carretera cuando visitaba otros países sobre todo
del este de Europa. También están sus collages, realizados en postales
personalizadas que enviaba de continuo a sus amigos y colaboradores cercanos,
que apelaban al sentido del humor personal del receptor. El “Correo Literario”
que escribía en una columna apartada de su revista literaria, donde respondía
con recomendaciones irónicas y pensamientos divergentes a los poemas o
comentarios que los lectores enviaban a las revistas. O sus rifas de objetos
estrafalarios y olvidados de ferias con los que agasajaba a los amigos que la
visitaban… Un catálogo de pequeñas acciones en diferentes ámbitos de la vida
que retratan a su autora de una manera que los lectores de sus poemas pueden
reconocer bien. Varias de esas postales y una buena cantidad de fotos, en las
que invariablemente Szymborska sonríe de continuo, se incluyen en un libro de
lectura sugerente, dinámico y completo.
Wislawa Szymborska fotografiada por Juan de Vojnikov (vía)
Publicación original: Factor Crítico.
No creo que sea difícil recomendar poesía... lo difícil es que te hagan caso :)
ResponderEliminarAdoro a Wislawa Szymborska. Rectifico: la ADORO, con mayúsculas, así que en cuanto supe de este libro tarde cero coma en hacerme con él. Y ahí lo tengo como un regalo que algún día abriré y disfrutaré de esas maravillas que nos comentas.
Un abrazo
Es cierto. Yo mismo reconozco además que es tan dificil hablar de poesia con otros amigos lectores que aparco un tanto mis lecturas de poemas y conla edad leo mucha menos poesía. Una pena. Aun asi, Szymborska fue como para todos un descubrimiento casi reciente por el Nobel y fue asombroso.
EliminarGracias por pasarte, Ana. Envidia me da lo que vas a disfrutar con el libro...