16 de mayo de 2015

Un libro de 1968


Este libro publicado en 1968 (y en España en 1969) recoge tres conferencias dadas por Herbert Marcuse, uno de los ideólogos del mayo del 68, en años anteriores, así como dos prólogos de su libro Eros y civilización. Bajo el título general de Psicoanálisis y política, Marcuse aplica las teorías de Freud para explicar cuestiones sociopolíticas con una atención especial a la alienación del trabajo en la vida capitalista moderna, y la relación de la aceptación de la misma con las conclusiones de los estudios de Freud.

Un fantasma recorre el mundo. El fantasma del capitalismo. Adaptación del inicio del Manifiesto Comunista de Marx y Engels por Don De Lillo y David Cronenberg en Cosmópolis.

No me resulta fácil entrar en detalles en determinadas explicaciones del libro sin realmente copiar literalmente muchas partes de él. Además de que tengo oxidados los términos freudianos que un día creí entender. Basta con ver que Marcuse señala la preeminencia del principio de realidad frente al consciente o al subconsciente en la organización del trabajo, enmarcado en un medio ambiente escaso y hostil para la especie humana, que debe por ello plegarse a las necesidades que el exterior le impone. Y una cosa es que Marcuse describa el edificio basándose en los trabajos de Freud y otra que realmente le guste la situación actual de las cosas, con la productividad como único objetivo, y la ausencia de posibilidades del hombre para dedicarse a los otros principios que le definen.

Bajo los adoquines, la playa (vía)

¿Les he dicho que el libro es de 1968? Entiendo que se publicó al calor de las revueltas estudiantiles y laborales de hace casi cincuenta años, pero nadie diría que las reflexiones –algunas conferencias son de 1956 nada menos- no sigan vigentes, por tópico que resulte decir esto. Pero hay un gran salto en este tiempo: el fin del comunismo. Es tradicional (y así lo marca el prólogo de Carlos García Gual) decir que Freud no estudió a Marx y que le faltan fundamentos económicos en su explicación filosófica del mundo, a la que se vino a dedicar más que a sus estudios médicos durante los últimos años de su vida. El libro es justo anterior también a que el Occidente progresista descubriera –o se quitara por fin el antifaz, más bien- los horrores del socialismo real, y que tuviera por ello una alternativa realista fuera del capitalismo, algo que hoy no termina de vislumbrarse sin que reaparezca un fantasma, pero no el del comunismo precisamente. ¿Cómo reinterpretarían las categorías freudianas el mundo de hoy? Lo desconozco, aunque no me importaría leer ensayos como estos, basados en pensamiento hoy aparentemente superado, aplicados a fenómenos que nos apasionan de la política como las motivaciones personales para los diferentes modos de participación política, la política en las redes sociales, o los fenómenos generacionales que aparentemente darán un vuelco a la política española en breve.

Herbert Marcuse (vía)





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