20 de diciembre de 2013

¿Una tacita?


La taza de oro es la Ciudad de Panamá, y este libro, de título completo La taza de oro. Una novela sobre Henry Morgan, el bucanero más famoso de la historia tiene como episodio central su toma y saqueo por parte del bucanero Henry Morgan en 1671.

Panamá La Vieja, 1609 (vía)

Henry Morgan es uno de esos piratas fascinantes que ha dejado la historia de los mares, y más específicamente, la del Caribe. Nacido en Gales, la llamada a la aventura a los quince años le llevó a embarcar hacia América en un barco cuyo capitán le vendió como esclavo al llegar. Chico listo, ambicioso y obsesionado, consiguió liberarse, hacer algunos saqueos inteligentes con un barco, y finalmente convertirse en un gran pirata capaz de capitanear a espaldas de la corona británica la toma de la inexpugnable ciudad española de la taza de oro… Morgan consigue fama y gloria tales que el muy inteligente gobierno británico aprovechó para nombrarle gobernador de Jamaica y usarlo como azote de sus antiguos compañeros de andanzas.

Poco parecido con Errol Flynn o Tyrone Power

La vida de este malísimo redomado es el tema de esta primera novela del mismísimo John Steinbeck. He llegado a ella por los exageradoselogios de Fernando Savater en su libro, y es muy difícil rastrear en ella los intereses del hombre que más tarde escribiera Las uvas de la ira, De ratones y hombres, o Al este del Edén. La taza de oro fue un fracaso cuando se publicó en 1927, pero abrió el camino del escritor hacia el premio Nobel y una gloria mundial aumentada por el impacto de las versiones cinematográficas de sus novelas.

Aventura no del todo canónica sobre un héroe obsesivo sin retorno que triunfa y se desmorona gracias al éxito, la novela es interesante (pero no precisamente profunda) en los apuntes del carácter del personaje, en el desarrollo y ritmo de sus episodios (esa Panamá que elige defenderse de los piratas yendo masivamente a misa), pero menos en su estructura, que lleva a un final abrupto que el propio autor parece no entender, pues no trabaja la evidente carga personal y social que supone con el peso merecido. Su fuerza como aventura se pierde posiblemente por la negrura en crecimiento constante de su protagonista, que casi nunca toma una elección moral adecuada, a las que la aventura deseada y asumida obliga de continuo. Esto no es malo en sí: al contrario, podía hacer de ella la descripción de la tragedia de la vida de aventuras que fascina también por esto. Sin embargo, a la novela parece faltarle un impulso, tal vez un enemigo, que hiciera de Morgan un personaje más literario y menos real. Posiblemente no lo tuviera en vida y por ello personaje y novela se consumen en sí mismas, sin mayor trascendencia, aunque con un buen gusto de pericia literaria latente.


John Steinbeck (vía)


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