7 de diciembre de 2024

Terapia

 


Como me sucedió hace unos meses con Nice Work, es fácil ver la correlación entre título y contenido y realización en este volumen de David Lodge, Therapy, donde no sólo el protagonista se somete a diferentes terapias, sino que el propio libro se exhibe como una terapia determinada. Y, como Nice Work, Therapy es un libro inteligente y divertidísimo, tal vez no tan completo pues, a pesar de su componente metaliterario, tiene un final algo errático y algún que otro argumento se cierra algo en falso. Pero esto no elimina la construcción brillante, el uso de elementos secundarios (del tenis al catolicismo, de las sitcoms televisivas a los vagabundos de marca de Londres) engarzados con precisión, y la creación y explicación de situaciones hilarantes.

Lawrence Passmore es un guionista exitoso de la televisión británica que sufre de inexplicables pinchazos en la rodilla que le atormentan. La vida objetivamente le sonríe, pero su melancolía va en aumento, sufre presión en el trabajo, no puede practicar bien su deporte favorito, y, aunque se somete a todo tipo de terapias (yoga, aromaterapia, acupuntura, psicología), todo se desmorona definitivamente cuando su mujer le pide inesperadamente el divorcio.

La historia de hombre maduro un tanto desastre y desquiciado por un divorcio no es precisamente nueva. La narración en forma de elementos de terapia (tanto su diario como la escritura que hace de los pensamientos que Passmore cree que los demás personajes tienen) son sin embargo muy efectivas. Los episodios de la comedia de situación que Passmore escribe para la televisión permiten un reflejo imaginado de su rota cotidianidad de 'primer mundo' y su obsesión por el existencialista danés Søren Kierkegaard, además del riesgo narrativo asumido que significa dedicarle páginas a un filósofo de corte deprimente en una novela cómica -solventadas con una capacidad asombrosa para el humor- presenta un anverso más oscuro que permite a Lodge indagar en las motivaciones de lo que hoy llamaríamos, salvando las distancias y las formas, un incel. Estas dos manifestaciones psicológicas enfrentadas recorren el nudo central del libro con un brillo estupendo.

Los libros inteligentes que levantan carcajadas no abundan, y, con el tiempo suficiente entre libros del mismo autor, seguramente no agoten. La prosa en inglés de David Lodge es diáfana y seguible, pero he agotado sus tres novelas más conocidas y reconocidas. La tentación es leer alguno de sus varios ensayos literarios. ¿Será capaz de introducir en ellos esta enorme capa de humor inteligente y estructural?


David Lodge (vía Babelia)


 

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