6 de octubre de 2011

El arte de contar



El primer y único libro que tengo del Reino de Redonda es este último cuento escrito por Isak Dinesen (o Karen Blixen, si prefieren), la autora danesa de Memorias de África. Es un volumen pequeño y encierra cosas bastante admirables y una bastante odiable.

Ella tenía una granja en África, a los pies de las colinas Ngong (vía El País)

Es admirable la edición. Un bonito tomo en tapa dura con su viola abstracta en la portada. Es estupendo el prólogo, un buen texto de Javier Marías en que habla sobre todo del concepto de cuento de Dinesen y del puesto y relación de la autora con la literatura contemporánea. Y, por supuesto, Ehrengard, el cuento, es magnífico en sí; no tanto los hechos narrados, aparentemente simples, sino tanto la estructura como el subtexto artístico.
¿Los hechos? Los de en principio un amable cuento pastoril. Un guapo príncipe encuentra por fin a su amada, pero ésta tendrá un bebé sólo siete meses después de la real boda. Es necesario ocultar el hecho durante dos meses, y para ello los padres del príncipe confían en el pintor de la corte, el seductor Cazotte, y en la recia Ehrengard, de familia militar, que será la dama de honor de la princesa durante su retiro. Ambos serán determinantes cuando los acontecimientos se tuerzan…

Las historias pastoriles están olvidadas. Esta de la foto es una maravillosa curiosidad rodada por Eric Rohmer en 2007 titulada El romance de Astrea y Celedón (fotograma vía The Guardian)

¿La estructura? Marías repite en su prólogo que estamos ante un juego de muñecas rusas, cuyo objetivo sería perpetuarse en la narración oral continua. Alguien narra que alguien contó que érase una vez… Hubo un tiempo en que esto debía ser aparente modernidad por salirse de la linealidad dramática. Hoy ya no sorprende a nadie, incluso se reprocha a según qué narradores no introducir cambios de puntos de vista o saltos en el tiempo para evitar ese camino unívoco. Y además, salen mil predecesores de estas tendencias. Bueno, ¿qué añadir? Tal vez que Dinesen actúa con maestría introduciendo como narradora explícita cada parte del cuento e incluso el origen de la historia. Que su juego es moderno pero a la vez resulta coherente con la tradición del cuento. Y además abre el subtexto sobre la creación.

¿El subtexto artístico? Es el que convierte a la pieza en una pequeña joya sutil. Cazotte, seductor empedernido, quiere enamorar a Ehrengard, y para ello decide atrapar su belleza en una pintura. Pero el destino juega en contra de este creador, y el conflicto obliga a ambos a cambiar sus roles inesperadamente, atajando bruscamente los caminos del arte. Uno no diría que se trata de una broma de Dios, como sugiere el prólogo. Más bien diría que Dios puede que no juegue a los dados, pero con los pinceles le es indiferente que pase.

La verdadera Isla de Redonda, vía robertoggarcia
 
La cosa odiable son las 54 últimas páginas del tomo: una recopilación de fotos, cargos e historia del Reino de Redonda, que al parecer está presente en todos los volúmenes de la editorial. Reconozco el excelente trabajo editorial y traductor de Javier Marías, incluso me hace gracia la broma particular de estos intelectuales constituidos en monarquía imposible, pero el ejercicio de vanidad, 54 páginas vs 80 del cuento, se me antoja algo excesivo. Brevedad como escaso es vuestro Reino os recomiendo, Alteza. Una simple reseña histórica y 2 ó 3 páginas de cargos son suficientes: ¡he comprado un cuento de Isak Dinesen, no he querido comprar una historia de Redonda!

Ehrengard es un cuento póstumo de Isak Dinesen (vía Alfaguara)

6 comentarios:

  1. Sí, la parte que dices odiosa realmente lo parece, y conociéndote, ya que te pones a comprobar fórmulas matemáticas, me imagino que has revisado todas y cada una de esas 54 páginas.

    Goio, aunque no tenga nada que ver con el post, se me acaba de venir a la cabeza que si fueras empresario te costaría encontrar gente que te siguiera el ritmo ;)

    Igual deberíamos enseñar a Dios a jugar a los dados. A mi no se me dan nada mal…

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  2. Pero que deliciosamente hereje se nos ha puesto Isabel...editores del mundo: editar un cuento de 80 páginas no es rentable, lo sabemos, pero da mucho prestigio a la editorial (uy, me parece oír la voz del Sr. Botín: "en mis arcas no se guarda prestigio, precisamente". Pues no sé si me llama mucho, no por lo odiable, por la historia pastoril... pero se tendrá en cuenta, Sr. Borge. Sí que es difícil seguirle el ritmo, sí... Un abrazo.

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  3. Yo tuve suerte porque lo tomé en préstamo en la biblioteca hace un tiempito y así no me tuve que sentir tan defraudado, no obstante, me has recordado lo mosqueante del autobombo redondante.

    ¿Ehrengard? Bien, gracias

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  4. Sí me miré esas 54 páginas, que son una buena sucesión de nombres sin más interés...

    Ahora bien, no creo que sea tanto ritmo, hay tantos estupendos blogs que actualizan con contenidos similares con mucha más frecuencia que muchas veces pienso cómo es posible toda la dedicación que deben tener. Imagino que en más de un caso 'monetizarán', claro está. Y lo de empresario... el problema no es el ritmo, el problema es que esa profesión, tan complicada por otro lado, requiere una exclusividad en la dedicación que no sé si a mi alma divergente le puede encajar... aún así, mira que ahora no lo descarto, al contrario de cuando era joven, que no me veía ni de ganas...

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  5. 'En mis arcas no se guarda prestigio' casi parece una frase de Shakespeare. Claro que dado el personaje que mencionas, bien quedaría en labios de un Ricardo III...

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  6. encantado de verte por aquí, Javier! Un blog de... ¿¿baloncesto??? Desde cuándo??

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