24 de febrero de 2011

¿Qué fue de los Berglund?



Qué trabajadas me parecen siempre las novelas norteamericanas que aspiran a ser la ‘gran novela’ que supongo que no llegará porque no seremos capaces de reconocerla. Entre los novelistas norteamericanos que a veces leo (que tampoco son necesariamente representativos del total de esa literatura) siempre me encuentro con novelas complejas, con una construcción cuidada al máximo, desarrollos milimétricos, precisión total. Paul Auster puede haber perdido algo de esto creo que a favor de lanzarse a un vacío que en ocasiones parece pereza o sobreproducción. Pero Alice Munro, o Richard Ford, o Jonathan Franzen…

Franzen, que hace diez años escribió ese magnífico título de grandísimo éxito llamado Las correcciones, ha tardado diez años en publicar este Freedom, aún no editado en España. Un título equívoco, precedido de varias polémicas (edición equivocada en Gran Bretaña, declaraciones raritas del autor), que coincide en estilo y pretensiones con Las Correcciones, pero que probablemente, a pesar de sus intensos momentos de placer, habría requerido menos páginas y un trabajo mejor de algunos temas a favor de una mayor empatía con los personajes. Por supuesto, es un texto trabajadísimo, de admirables sintaxis y uso del lenguaje, con una inmensa cantidad de acontecimientos, un uso excelente del tiempo de la narración, y profundamente conectado con las inquietudes de nuestro tiempo, al que aspira a describir/analizar a través de dos personajes principales y cinco ó seis secundarios de gran potencia. La narración es en todo punto coherente, se cierra bien, y deja satisfecho.



América, por Soyignatius

Freedom repite la fórmula de Las correcciones: partiendo de una historia nuclear en una familia norteamericana en vías de desintegración, introduce a los personajes en un contexto conectado con obsesiones sociopolíticas de la década. En los noventa pudieron ser los pelotazos económicos y la caída del comunismo; ahora lo son la guerra de Irak, o el conflicto irresoluble de la energía y el medio ambiente ante el cambio climático. La novela narra la evolución de los Berglund, él marido modélico que trabaja para una fundación para la protección ornitológica financiada por… ¡un magnate del carbón!; ella una ex-jugadora de baloncesto y abnegada ama de casa y madre sobreprotectora. A ambos el hijo les sale más que rana y extremadamente republicano y ambicioso. Figuran además un ex-compañero universitario de los Berglund, músico rock que ayuda a Franzen a dar cabida a las nuevas tecnologías en el texto, una activista medioambiental de origen hindú, o una vecina emo entregada hasta la insania al hijo de los protagonistas. Treinta años de vida se van alternando usando el diario en tercera persona de la mujer y una narración omnisciente general lúcida y un tanto desencantada.

Tal vez es el signo de los tiempos, tal vez la sociedad cuyo derribo ya anunciaba Las correcciones ha llegado. El título es lógicamente metafórico, y la palabra freedom aparece estratégicamente una vez por capítulo para subrayar los errores de unos protagonistas que no evolucionan necesariamente a la la madurez por su libertad para equivocarse. Franzen ha perdido ternura, aunque sepa dar las razones psicológicas de cada personaje. Encuentro menos cercanía, y menos brillantez en varios de los sucesos cómico-dramáticos de la novela, un equilibrio que Las correcciones conseguía milagrosamente, habiendo uno que a pesar de estar narrado con buena tensión, nunca lo aceptaríamos en, por ejemplo, Julio Médem...



Jonathan Franzen, vía Literallife


6 comentarios:

  1. A veces me asustas: tuve este libro en la mano hace nada, antes de "mudarme". Dudé (y lo descarté, finalmente) porque no había leído "Las correcciones", pero leyendo tu crítica, cuando vuelva a Madrid lo buscaré. A no ser que me digas que empiece con las correcciones: Yo te sigo, oh, gurú del norte ;)
    Un abrazo

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  2. Jajaja! Bueno, yo recomiendo empezar con Las Correcciones, claro. No es que sea estrictamente necesario, es que puedes tener el interés de comprobar cómo ha cambiado el autor y cómo ha cambiado el mundo, porque es su interés también reflejarlo. Luego ya, la verdad es que me parece obra mejor cerrada y después freedom igual decepciona seguida de continuo... nah, recomiendo primero las correcciones y en un par de añitos freedom, oiga! Y coméntalo, porque vete a saber si en diez años las correcciones ha envejecido mal, o igual es el mundo el que ha envejecido fatal.
    Gracias! Y abrazos de vuelta!

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  3. No he leído ninguna de las obras citadas y, sin embargo, la reflexión me resulta enriquecedora. No es habitual sin conocer las referencias.

    Quedarán en la lista de pendientes, esa que dudo que pueda poner al día nunca, pero es un buen consuelo lo que compartes. Cuanta razón tenía ese amigo común que me recomendó este blog. Es usted un lujo caballero.

    Por cierto, seguramente es el mundo el que envejece fatal. :)

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  4. Muchas gracias por tus palabras, Isabel, ¡casi me ruborizo! Me alegro de que incluso sin conocer las obras te resulte enriquecedor, porque ese sería un objetivo no escrito del esfuerzo que supone, y, claro, me anima a seguir. Yo también tengo una pila de lecturas pendientes que no se acaba nunca... y, francamente, también pienso que en efecto es cosa del mundo lo de envejecer rápida y malamente. Claro que dicen que es cosa de toda generación que se precie pensarlo en algún momento...

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  5. Tengo tanto por leer que la PILA (tm) me amenaza con su ciega mirada de folios pre-kindleianos, pero aun asi le haré un hueco a Franzen, eso si comenzando por 'Las Correcciones' que para algo tiene que servir estas recomendaciones borgianas.

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  6. You enjoy, Ismael! Normalmente las correcciones supone que el lector escoja un personaje favorito entre los varios estupendos que tiene. Ya nos contarás...

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