A veces, la vida de Pier Paolo Pasolini parece sesgada y sólo interpretable por el último hecho de la misma, su asesinato, cuya sombra se extiende dando significado no sólo a su vida, sino también a su obra, ambas de por sí vastas. Pocas veces me ha convencido la obra de esta figura mítica –más allá de Saló y de El evangelio según San Mateo-, y por ello su muerte, que en noviembre de 2010 hará 35 años, siempre me supone preguntas: ¿Son la imagen y el destino de Pasolini más convincentes que su obra? Si hubiera sobrevivido, ¿estaría ahora pasado de moda? ¿Sería, en estos tiempos oscuros que él siempre previó, un viejo comunista a la manera bufa de Fo o a la manera arisca de Saramago?
El caso Pasolini. Crónica de un asesinato es un brillante comic de Gianluca Maconi, que utiliza el reportaje –no a la manera de Joe Sacco- y la poética para intentar comprender los sucesos del 1 de noviembre de 1975. La trama pasa por los sucesos estrictamente narrativos: la entrevista con el periodista, la cena con su joven amigo Ninetto Davoli, y su encuentro con el chapero Giuseppe Pelosi, que termina en un asesinato poco claro que dio lugar a juicios e investigaciones cuestionados. Pasolini era una figura con vocación polémica y controvertida, en una Italia especialmente confusa. Pero el poder de su polémica residía en la lucidez de sus ideas y la base intelectual en que las apoyaba. Que hombre, política y arte no podían disociarse en su visión parece claro. Y en esa última entrevista inacabada recogida en ‘El caso Pasolini’ su luz no dejó de alumbrar. Ideas como que la educación basada en la posesión nos convierte a la vez en víctimas y en verdugos, o que la muerte viene a ser la sala de montaje de la vida, no sólo resultaban premonitorias de su avatar o del devenir social, sino que daban idea de su potencial en los diferentes campos.
Pero su camino no se realizaba sin dudas. Leído tantos años después de escrito, el también inacabado poema Who is me. Poeta de las cenizas, se revela como una autobiografía en poema que relata su vida, explicando las razones de algunos de sus cambios (como que hacerse cineasta fue una manera de huir de Italia, ya que anteriormente sólo se expresaba como poeta y necesitaba la lengua que irremediablemente le unía a Italia, mientras que el lenguaje del cine es universal), pero que en cierto modo se recrea en la persecución continua que sufrió a causa del compromiso público con sus opiniones y modos de vida. Una persecución que como hombre concreto es desde luego, comprensible, y que sometía a persona sensible como él a tensiones profundas que intentaba resolver con una coherencia colosal.
Tal vez los años han cambiado la perspectiva y han cansado incluso a los enemigos, que ahora seguramente no se centrarían en una figura única así. Pero El caso Pasolini es un gran libro, en el que desde la portada Pasolini ya se sacrifica a los tigres que le rodeaban en aras de un pesimismo existencial. Su comunismo es a la vez humanista (y busca la sencillez de la vida) y filosófico/intelectual, impregnando su vida y sus opiniones de trascendencia que hoy, con las ideologías muertas, resultaría inaceptable por pedante/elevada para una opinión pública a la vez más formada y embrutecida. Y el cómic utiliza informes periodísticos, judiciales, las noticias, el discurso de Moravia en el funeral, y hasta los propios proyectos personales de Pier Paolo Pasolini (su película nunca rodada sobre la India) para, si no explicar, sí al menos sentir intensamente el momento.
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