19 de abril de 2025

Bestias políticas



Para explicar qué es este cómic singular titulado Libro de las bestias, este volumen necesita dos prólogos. El primero de ellos es obra del propio dibujante y adaptador, Pep Brocal, y en él es el propio Ramón Llull quien además de explicar su vida y obra, ambas impresionantes, describe Libro de las bestias como ‘apólogo político en forma de fábula coral’, la séptima parte del Libro de las maravillas; pero ya nos avanza Llull, por lo tanto, que no estamos ante un tratado de zoología ni, sobre todo, un bestiario medieval al uso. Al contrario, Llull utilizará bestias antropomorfizadas para representar una corte política y sus límites y juegos de poder.

Por su lado, el segundo prólogo es un texto más académico, en el que un experto en Llull habla de la significación del libro en su época, y de lo peculiar de su contenido, pero también avanza y enmarca la opción estética escogida por Brocal: un cómic, esto es, un medio en el que nunca se había producido una adaptación del libro.



Antropoformizar animales no era nuevo ni siquiera en el siglo XIII en que vivió Ramón Llull; es más, casi es una forma narrativa que hunde sus raíces en la cultura grecolatina clásica. Llull emplea el recurso para la sátira política: el reino de los animales necesita coronar un rey, y lo esperable es que sea el león. Pero el buey toma la palabra, dice que debido a su fuerza nadie respetará al rey, sino que solo se le temerá, y que sin respeto no se puede gobernar. El buey postula que el reinado sea dirigido por el caballo, noble y gallardo animal que además no se come a nadie. Ante la inestabilidad que suponen los dos bandos que van a formarse casi inmediatamente aparece Renard, la zorra, que comienza a intrigar ante el futuro rey león y que convence con malas artes para que éste sea finalmente coronado. La confianza, menor al principio y desbordada más tarde, del león en Renard permitirá a ésta deshacerse de potenciales enemigos del rey y especialmente de todos aquellos que pudieran entorpecer su decidido servicio. Renard es hábil usando la psicología de cualquier animal para convencerle de que actúe como ella quiere, aunque tenga enemigos que adivinen su intención, como la serpiente o el elefante. Llull, entre otras cosas, fue teólogo y misionero, así que no es difícil adivinar que Libro de las bestias tiene un final moralista y un objetivo educador, casi utilitario, dirigido a los reyes o príncipes de su tiempo, a servicio de los cuales también estuvo: tened cuidado de los consejeros ambiciosos, no os dejéis lisonjear, escuchad todas las voces posibles antes de decidir.


El medio por el cual avanzan los personajes es el ejemplo. Siendo el libro en sí mismo una parábola de la política en que la naturaleza de los humanos que la ejercen se refleja en grupos políticos (carnívoros contra herbívoros, con todos sus matices sospechables), Renard y los demás animales usan con frecuencia los ejemplos metafóricos que suelen, irónicamente, protagonizar hombres, para subrayar sus acciones o pretender dar una lección moral a otros animales, especialmente al rey. Es una inversión brillante. También se antoja moderno que junto al reino de las bestias también existan humanos que trabajan (y claramente explotan a los animales que poseen o que les visitan) e incluso un rey de los hombres, corrupto, borracho y desaprensivo. Todas estas inversiones metafóricas del discurso oficial esperable muestran una notable capacidad provocadora y satírica, que además es muy divertida: Renard no tiene pasiones, salvo la ambición de poder, y no es fácil hacerle caer en debilidades mundanas.

La antropomorfización se moderniza en el dibujo de Brocal, que viste a los animales con trajes modernos y les hace hablar con un lenguaje que ya no es el medieval. Según dice el prólogo, Renard ha pasado de zorro a zorra, con lo que el animal más inteligente y sagaz del libro es femenino y altamente empoderado. Pero esto también es equívoco y arriesgado, pues el final esperable de Renard y su propio carácter vilipendiador también dan un mensaje.


Visualmente, el libro tiene un atractivo enorme. Es un formato grande, que juega al impacto del tamaño de las viñetas, y también de los fondos, en general azules y en tonos pastel según la gravedad de la situación. Resuelve bien los diferentes tamaños de los animales (dado que llega un momento en que no se piensa en ello) y los codifica sutilmente con determinados colores (y en un caso especial, con el sonido, que tiene influencia clave en la trama). El tono de sátira permite además licencias incluso menos realistas que el dibujo puede utilizar para el humor. La fidelidad literaria de la adaptación, que es necesariamente libre dado el medio visual empleado, puede quedar en entredicho, y mi mayor pregunta sería si la ironía casi posmoderna que se adivina en un texto precursor de Maquiavelo o Shakespeare estaba ahí ya. Pero también son dudas menores o insignificantes. ¿Qué más da, qué aporta esa crítica? El cómic de Pep Brocal partirá de una excusa cultural enorme, pero vuela maravillosamente por sí mismo.

(hablando de antropomorfización y animales parlantes, esta lectura y reseña coincidieron en el tiempo con la excelente exposición de ilustraciones de las fábulas de Samaniego realizadas y publicadas por Daniel Tamayo. Aquí queda el link de la exposición por si hay suerte y aún podéis visitarla, y aquí el vídeo en el canal de YouTube del Museo de Bellas Artes de Bilbao donde Daniel Tamayo hace un repaso de su obra).


Ramón Llull

 


10 de abril de 2025

Totalitarismo precisado

 


Se me fue de las manos la lectura de El origen del totalitarismo, de Hannah Arendt. Primero, por haberlo comprado en inglés (en un impulso en la librería Ler Devagar de Lisboa), que es el idioma en que está escrito el libro a pesar de que su autora era de origen alemán. La lectura ha sido no diré que compleja pero sí de cierta mayor atención, pues no tengo costumbre de leer lenguaje filosófico, político y moral en inglés. El segundo motivo fue que me dio por coger notas. Y lo que empezó así:



ha terminado así:


En fin, tremendo.

Sucede que es un libro apasionado y apasionante. Se divide en tres volúmenes (antisemitismo, imperialismo, totalitarismo) en los que Arendt explica las razones históricas y sociopolíticas que condujeron al ascenso de los dos principales regímenes totalitaristas del siglo XX. Cuando escribe y publica, en 1951 (la introducción y determinadas notas son de finales de los 60 en esta edición), el régimen bolchevique aún funcionaba bajo Stalin. El nazi había caído ya. El estudio de Arendt le dio un inmenso prestigio académico que en cierto modo allanó el camino que condujo a su tremendo encontronazo con la intelectualidad judía cuando se publicó Eichmann en Jerusalén quince años más tarde.

La tesis principal de El origen del totalitarismo es que nazismo y bolchevismo pudieron desarrollarse en un momento determinado de la historia europea debido a procesos históricos y sociopolíticos que fueron construyendo la posibilidad de su desarrollo, alejándose en cierto modo de la idea a veces subrayada de la disrupción inesperada de los totalitarismos en los años veinte del siglo pasado. Así, el antisemitismo moderno europeo, basado en un cambio determinado del estatus de los judíos en Europa durante el siglo XIX, relacionado con su posición como grandes financiadores de las diferentes naciones y gobiernos, que empieza a debilitarse pero que es subrayada de manera interesada como una especie de poder internacional en la sombra, o como comerciantes (especialmente en el Este europeo) que no fueron hábiles en el desarrollo de sus negocios en un mundo cambiante. El uso interesado de la propaganda antisemita, que presentó diferentes factores en las diferentes naciones (siendo el ejemplo más significativo Francia y el impacto del caso Dreyfuss, que en cierto modo condicionó las formas de su antisemitismo durante el nazismo), y los tímidos avances iniciales de partidos y opciones políticas racistas fueron avivando un magma ya preexistente en las culturas especialmente centroeuropeas.

Pero, frente a las visiones más habituales y conocidas que explican el nazismo fundamentalmente por el antisemitismo secular centroeuropeo, el capítulo que Arendt introduce sobre el imperialismo del final del siglo XIX, el que va del reparto colonial de África en 1884 a la Primera Guerra Mundial, se reviste de una especial importancia en cuanto a algunas causas prácticas y otras ideológicas. El crecimiento poblacional europeo dado por la Revolución Industrial y los avances técnicos obliga a las potencias europeas a expandirse por África y Asia. Ello lleva a su 'descubrimiento' de razas 'extrañas' y 'exóticas', a la definición de la 'carga del hombre blanco' como necesario civilizador de tierras lejanas, y a la asunción de una prevalencia racial de origen falsamente cientificista. A su vez, el peso que los financiadores judíos habían tenido en Europa se desvanece por el crecimiento del capital procedente de otras fuentes (ya se había iniciado con la Revolución Industrial, pero el imperialismo lo confirma), perdiéndose cierta capacidad protectora de los Estados hacia sus financiadores y capacidad negociadora de las élites judías. Y, finalmente, se introduce el concepto de expansión como futuro de los estados, que confirman así el fracaso cultural de la noción de las fronteras cerradas e identitarias. Una expansión continuada, imparable como dinámica, alimentada por los negocios de explotación; y si Inglaterra o Francia podían ejercerla fácilmente en ultramar, Alemania o Rusia lo fueron construyendo en el interior del continente. Nacen los movimientos pangermanista y paneslavista.

Y el concepto de ‘movimiento’ resulta esencial en el establecimiento de la nueva forma de gobierno, el totalitarismo, que Arendt define como significativamente diferente de las demás, que básicamente habían sido ya definidas por Platón y Aristóteles sin excesivos cambios en más de dos milenios. Los estados totalitaristas lo fueron a partir de movimientos de ese cariz que se desarrollaron en sus países y alcanzaron el poder (Hitler) o crecieron en el mismo (Stalin). ¿Características distintivas de esta nueva forma de gobierno? La conexión definitiva de pueblo y líder absoluto libre de toda sospecha. Un desprecio total por el Estado como institución. Las purgas continuas de los cuadros y fieles al régimen como establecimiento de terror. La administración ferozmente duplicada y asumidamente confusa para ser conocida o interpretada. Indiferencia completa por las consecuencias económicas para el país. La policía secreta a cargo de las fronteras y la diplomacia, encargándose de transmitir la ideología a otras naciones. Los campos de concentración y exterminio como ejemplo último de usurpación de la identidad moral y jurídica del individuo, además de permanente recuerdo a la población del ejercicio del terror. Todo ello basado en teorías pervertidas, tanto científicas (darwinismo) como filosóficas (la dialéctica hegeliana, el übermensch de Nietzsche), y la prevalencia última de las ideologías de raza y clase dentro de un movimiento imparable y comunicado mediante técnicas de propaganda.

Es imposible recoger en este resumen el torrente de matices que encierra el libro de Arendt, que, por ello, recogeré en otras entradas de este blog con una transcripción de las pequeñas cuartillas antes fotografiadas, pensadas más como objeto de recuerdo o estudio posterior más que de comentario actual. Actualidad, por otro lado, en la que es tentador caer para informar de por qué los hombres fuertes de hoy y los sistemas autoritarios del momento podrían estar cerca del paso al totalitarismo, dados los innegables parecidos y a pesar de las diferencias, según los postulados de la autora. Es hipnótica la potencia expresiva de Arendt, aunque su capacidad de análisis viene acompañada de una contundencia que con frecuencia aparenta imprudencia, dada la complejidad de los procesos involucrados. Así, me parece más brillante en su análisis histórico y político (con base en una bibliografía de decenas de páginas y escrito además en un momento aún en que la perspectiva no podía ser completa, algo que reconoce varias veces respecto a la falta de información sobre la Rusia del momento) que en determinadas caracterizaciones psicológicas de clases, masas, multitudes, razas o gobernantes, para las que tal vez el estudio abordado no sigue la mejor metodología (pienso, por ejemplo, en Svetlana Aleksiévich). Pero la capa de lúcido discernimiento esperado sobre el totalitarismo, su distinción respecto a las dictaduras o el autoritarismo, se antoja fundamental en el entendimiento que podemos tener del siglo XX y la sombra que proyecta sobre nosotros aquí y ahora.

Hannah Arendt (en su foto de Wikipedia)