Roberto Bartual, guionista de un cómic bizarro como Los
Ángeles de Santa María, y autor de un interesante
corpus sobre teoría del cómic, nos regala antes de su previsible salto a la
narración novelística convenientemente pop, este insólito ensayo sobre la
obra del autor de cómics de superhéroes Jack Kirby desde el inédito punto de
vista del análisis piscodélico. Jack
Kirby. Una odisea psicodélica no es una biografía ni un ensayo completista
sobre su obra. Contiene los datos biográficos, políticos y sociolaborales necesarios para
comprender los posicionamientos del objeto de estudio, pero se somete enseguida
al yugo de su tesis: comprobar la conexión que la obra de Kirby tuvo en
relación al arte y la experiencia psicodélicos.
Bartual es consciente del atrevimiento, e indica cómo no hay
registros de que Kirby consumiera nunca alucinógenos, y muestra la sorpresa de
encontrar dibujos de Kirby anteriores a la eclosión y consiguiente popularidad
general de la psicodelia que pudieron adelantarse a la misma sin utilizar su
mecanismo primario de generación. Para aumentar la sorpresa, otros autores más
adscritos a la contracultura y consumidores aparentes de LSD no dieron lugar a
cómics que reflejaran especialmente bien los mejores resultados de la
experiencia psicodélica.
Los cuatro fantásticos, de Jack Kirby y Stan Lee
Aunque este enigma ya había sido apuntado por algún colega,
es Bartual en principio quien primero analiza en profundidad las razones para
inscribir a Kirby dentro del arte psicodélico, y para ello repasa el desarrollo
de su obra, centrada inicialmente en el cómic de superhéroes y posteriormente
en sagas de fantasía, donde Kirby indagaba en aspectos de su interés (y son
amplias, varias décadas en el negocio le sirvieron para hablar de aventuras
bélicas, de superhéroes con problemas de matrimonio o laborales, de la relación
entre la humanidad y la divinidad, de los héroes modernos y antiguos, la
mitología y sus límites…). La hipótesis que permite a Bartual comprender la
psicodelia en quien de manera alguna conocía qué era eso es la teoría del
inconsciente colectivo y los arquetipos jungianos, que, según el autor,
atraviesan la obra de Kirby encarnándose en los múltiples clichés que
reproducen sus personajes, y que bien pueden incluir en la psicodelia una forma
de manifestación incluida en el cableado duro de la mente. Al menos, de la de
Jack Kirby.
Estela plateada, de Jack Kirby y Stan Lee
El texto de Jack
Kirby. Una odisea psicodélica es singularmente modesto en el subrayado de
su tesis. No es que no alcance momentos de brillantez y diversión, que lo
hace, pero Bartual rebaja de continuo la afirmación o la necesidad de sus ideas
permitiendo la aparición de la duda sobre sus aseveraciones, aunque demostrando
con profusión de análisis pormenorizado de estética y temáticas lo ajustado de
la asombrosa coherencia de Kirby con los rasgos de la cultura psicodélica. Todo
ello sin obviar ni despreciar, más bien lo contrario, la obra más crematítisca
del trabajador estajanovista que fue Kirby.
Henry Kissinger, el Capitán América y el Halcón, Jack Kirby
Nunca he sido un lector excesivo de cómic de superhéroes ni
de las sagas fantásticas del tipo que Kirby cultivó, en aplicación de unos
intereses propios tamizados por los de una industria que le ignoró y subestimó (aunque puede insluso discutirse que esto sucedía al revés).
El libro de Bartual tampoco me ha convencido de leer a Kirby, pues sé que se
favorece de la selección de viñetas únicas, y porque a pesar de que lo
describe, en realidad no puede recoger el espíritu alargado y repetitivo de
estos tebeos, que me resultaron francamente aburridos ya en mi juventud. En las
viñetas seleccionadas puede bien observarse los subrayados enfáticos de los
bocadillos explicativos, con sus letras en negrita o mayúsculas remarcando lo
que ya el dibujo era capaz de expresar. El diseño de superhéroes y aventureros tiene lógicamente
un mayor interés, un apego cultural con aire de catarsis que atraviesa Occidente desde Grecia y sus
mitos, pero también se afecta de psicologías planas que se superan rápidamente
cuando el éxito convierte a las obras en un bucle engorrosamente infinito de publicaciones.
¿Quizás en otra estructura de mercado el genio visual de Kirby y su capacidad
de materializar arquetipos habría desarrollado obras más concretas y mejor
narradas? No lo sé.
Pero de lo que sí me ha convencido Jack Kirby. Una odisea
piscodélica es de seguir leyendo a Roberto Bartual, ya que estamos ante uno de
esos casos poco frecuentes en que la calidad y esfuerzo de análisis e
interpretación superan, para mi gusto –y escaso toque comercial, me temo- a la calidad
del objeto.
Jack Kirby (vía) y Roberto Bartual