Durante la lectura de Brazil,
mi primer libro de John Updike… ¿He echado de menos a algún practicante
verdadero del realismo mágico, lógicamente sudamericano al ambientarse el libro
allí? Tal vez no necesariamente, pero quizás sí a alguien que no procediera de
una tradición tan racional, al menos. Mi tentación es añadir que Updike es
incluso paternalista, desde el mismo título incluso.
Brazil es la
historia de amor de una pareja tópica en la historia de la literatura: la rica
heredera blanca, hija de un ministro en este caso, y el joven pobre negro de
las favelas de Río inician un amor imposible, lleno de huidas y persecuciones
varias que les llevan por todo Brasil (de Río a Sao Paulo, Brasilia, Amazonas,
y de vuelta), hasta que a mitad de relato, el hecho mágico –cuya idea es muy
brillante- sucede, se revela, y se impone en el relato. Pero… la asunción por
Updike de su propuesta de magia es externa, no la hace propia. Updike la
explica, le pone un contorno obvio, no parece sentirla como autor. Como lector,
viví esto como una ruptura en cierto modo inasumible, un acto de cobardía
literaria, conociendo otros ejemplos de maestría en casos similares, y que tan
bien manejaron esta situación.
Por eso pienso en Gabriel García Márquez, o en Alejo
Carpentier. Incluso en Mario Vargas Llosa, que tiene su propia novela sobre
Brasil (la fascinante La guerra del fin
del mundo), aunque no es un escritor tan dado al realismo mágico, pero más
agudo al recoger voces y comprender las facetas del hombre en su continente.
¿Significa esto que Sudamérica es impenetrable para otras tradiciones
literarias? ¿Que propongo que sólo los autores que saben de lo suyo están
capacitados para escribir sobre ello sin resbalar? No, ahí está Werner Herzog y
su estupendo Conquista
de lo inútil. Significa más bien que Updike ha desnaturalizado un tanto la
fascinación de estos relatos a cambio de dar masticadas las debidas sensaciones
al lector, y entendiendo que su lector natural es de otras latitudes, creo que
puede pensarse que Updike fracasa en su intento de traslado de la alucinación
mágica tropical al lector del rico norte, o, incluso, que conceptualmente
desprecia a ese lector.
Resulta también sorprendente que Updike incluya al final del
libro una especie de bibliografía de la que se ha servido para el libro. Que
los protagonistas se llamaran Tristao e Isabel hacía obvio, dada la historia
narrada, que había usado la historia de Tristán e Isolda para el eje central de
la historia. Aun así lo menciona. También dos o tres libros en que dice haberse
basado e informado, así como la literatura de varios escritores brasileños. Que
con todo ello escriba y publique una novela titulada nada menos como un país distinto
al suyo es reflejo de una ambición no conseguida y pobremente trabajada. Eso
sí, el ritmo narrativo, la ejecución dramática, incluso el fluido inglés
original, funcionan bien, y por ello creo que le daré una oportunidad a algún Conejo. Siempre que trabaje en lo suyo,
je, imagino que esta gloria de las letras puede merecerlo…
John Updike (vía)