29 de agosto de 2014

Sentimental


Encontré una vieja edición (de 1948) del Viaje sentimental de Laurence Sterne en un mercadillo. Es su última obra, pero el volumen sólo cubre la primera parte del libro, que transcurre en Francia, obviando la continuación por Italia. Sterne realizó el viaje por salud pero murió a los dos años. Es por ello un pionero de la literatura novelada de viajes.

El libro narra las aventuras ciertamente sentimentales de un caballero inglés por tierras francesas. El libro muestra que Sterne es un viajero prerrevolucionario, libertino y despreocupado. Su viaje ofrece la posibilidad hedonista de disfrutar de la compañía de las mujeres y de desarrollar sus habilidades sociales. Su crónica es irónica en lo literario, lo social, lo sexual y lo político, que son los puntos de interés del autor. Sterne parece fácilmente identificable con la flema inglesa que juega a la rivalidad franco-británica en costumbres y artes, pero en el relato la picaresca y el viaje ayudan a ver sombras quijotescas. Su estructura es episódica, también apuntada con relatos que el autor, como escritor que es, comienza durante su viaje, o con historias tradicionales que utiliza para ilustrar sus pensamientos.


La sorpresa surge al conocer que Sterne era vicario anglicano y publicó sus propios sermones; el Viaje sentimental está escrito con gozo y sin demasiada precaución al describir sus escarceos, en momentos no explícitos pero que encajan bien con la época, que son muy divertidos e indican un buen talento para el humor y el enredo. Sterne es muy conocido por La vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, adaptada (más o menos) por Michael Winterbottom en la divertidísima y locamente metarreferencial A Cock & Bull Story, pero que tiene reputación de obra ante la que claudican aguerridos lectores. La película sí recoge parte de un espíritu de libertad formal que se observa en Viaje sentimental, y en su día ayudó a traer al autor de nuevo a la fama. Viaje sentimental es una bonita entrada en autor tan reservado a estudiosos académicos.

Laurence Stern por Sir Joshua Reynolds (vía)




18 de agosto de 2014

El micromecenazgo y sus joyas


Hace más de dos años, cuando reseñé en este mismo blog la Tesis Doctoral de Roberto Bartual, me lamentaba por la falta de editorial que quisiera publicar el trabajo en forma física de libro. Finalmente, esa publicación ha tenido lugar, aunque sólo el primer capítulo de la misma, ha sido mediante financiación por crowdfunding en Verkami, en un volumen de tamaño álbum europeo bajo el título de Narraciones gráficas. Del códice medieval al cómic, editado por Ediciones Factor Crítico, y con una buena cantidad de imágenes que ilustran las teorías que sobre la historia y la definición de la narración gráfica propone el autor. El texto cuenta además con un excelente prólogo del autor Antonio Altarriba.

Little Nemo – The Walking Bed

No puedo añadir mucho a lo que ya escribí en su día, salvo dos cosas: el placer de la lectura mejora la experiencia de conocimiento adquirido que supone el texto con las ilustraciones estupendas que lo acompañan (frente a leerlo en un lector electrónico pobremente preparado para ello, como fue hace dos años), y la alegría que supone que existan estas nuevas formas de financiación de la edición, en la que básicamente los que queremos disponer del libro hemos pagado su edición, sin generar ejemplares que se desperdicien, pero posibilitando que un texto científico y pedagógico alcance de manera natural a un público general. La esperanza va por pasos (o viñetas): esperemos que el éxito de esta opción de micromecenazgo ayude a que en breve veamos publicados los siguientes capítulos.

Si alguien está interesado en el volumen, aún se pueden adquirir ejemplares dirigiéndose al email narracionesgraficas_datil@hotmail.com

Roberto Bartual







8 de agosto de 2014

Un fuego fatuo


La divulgación científica que practica Mary Roach es bizarra: estudia problemas naturales que habitualmente no son objeto de la ciencia, y, aplicando el método científico, o estudiando a quien lo hace, obtiene y publica sus resultados. Su aproximación es más seria que su tono, claramente desenfadado y desmitificador. De ese modo se ha hecho con un público con libros que hablan de cadáveres (Fiambres. La fascinante vida de los cadáveres), o de las tripas (Glup. Aventuras en el canal alimentario). También tiene un libro sobre sexo (Entrepiernas. La extraordinaria cópula de ciencia y sexo), presumiblemente de mayor éxito, y el que nos ocupa en esta entrada, En busca del alma perdida. La ciencia ante el más allá, en que el objeto de estudio es el alma, sus manifestaciones, conexiones y/o reencarnaciones tras la muerte del cuerpo, y, específicamente, los estudios científicos –o no tanto- realizados sobre todo ello.

No es del todo cierto que este no sea un tema tratado por la ciencia, porque científicos incluso de renombre han estudiado temas esotéricos con toda su capacidad. Es comprensible: a principios por ejemplo del siglo XX, se veía asombroso que pudieran verse los huesos de una mano, y, sin una explicación científica claramente comunicada y reconocida, ¿por qué no iba a ser creíble un fenómeno por ejemplo parapsicológico? Mary Roach estudia las manifestaciones más conocidas de la vida después de la vida: reencarnación, médiums, psicofonías, apariciones, los estudios con enfermos clínicamente muertos. También hechos relacionados, como los experimentos que intentan determinar el peso del alma. En todos los casos busca científicos que aún continúan con estudios de este tipo, o historiadores del tema, pregunta con buscada inocencia, se deja cuando es posible someterse ella misma a experimentos… El texto es un anecdotario divertidísimo, que usa la propia torpeza social de la autora como mecanismo de humor, y que gusta de subrayar las obvias paradojas del tema bajo estudio.

Sean Penn en 21 gramos. Roach estudia el trabajo de los científicos que pretendieron demostrar que éste era el peso del alma. El éxito fue más publicitario que científico.

No obstante, puede por todo ello parecer algo superficial por momentos. Es un libro disfrutable que a veces me parece un tanto desperdicio de talento. Así como la aproximación y el tono están muy conseguidos, el tema bajo estudio se desmonta, en su parte científica, tan fácilmente, que no encuentro tensión verdadera en cada capítulo, que siempre se afronta con más minuciosidad histórica y hasta cierto punto humana o emocional que intelectual; al final, puede resultar algo repetitivo. Pero, no obstante, como lector, y siendo el tema de estudio aparentemente tan importante en el resultado, mi interés por sus otros libros persiste. Habrá que leer.

Gracias mil por el préstamo al Lector Constante. ¡Usted es formidable!

Mary Roach, por Ed Rachles (vía)