27 de julio de 2014

De entre los rusos


Eduard Limónov, joven aspirante a poeta alternativo en los setenta soviéticos, escritor promesa, chapero ocasional y mayordomo de lujo en Nueva York, novelista de éxito underground en París, soldado proserbio en Yugoslavia, y político encarcelado y opositor a Putin en Rusia, es un personaje REAL.

Y aunque Limónov merezca, sólo con echar un ojo a esa vida, un libro, este volumen escrito por Emmanuel Carrère tiene otro clarísimo protagonista: el autor. Limónov es tan biografía como libro de autoficción, en el que el autor que lo escribe comparar su trayectoria con la del autor retratado, y ese contraste es uno de los ejes que articula la narración. Carrère admira al hombre de acción que ha vivido y que ha escrito habiendo vivido, admira al hombre arriesgado y en ocasiones asceta, casi siempre pobre, y cuyo código de honor se aleja de convencionalismos o burguesías, y lamenta su incapacidad vital para emularlo.

El joven Limónov (vía)

Otro importante eje del libro es el diálogo subterráneo entre Occidente y Oriente (bueno, entre Occidente y Rusia, aunque Limónov pasara casi toda su infancia y adolescencia en Ucrania). Carrère es probablemente uno de esos occidentales, francés en este caso, que por tener antecedentes rusos puede comprender más un país de alma excesiva que tan difícil de entender (nos) resulta. Limónov viaja de la Unión Soviética a los Estados Unidos cuando sólo los disidentes lo hacían, encuentra el éxito literario reducido en el París de los ochenta, y regresa a Rusia en el caos del final soviético.

Un eje final, tal vez menos obvio, es el que describe los diferentes encierros vitales en que Limónov nunca acaba de encontrar acomodo real: su ghetto cultural de Járkov y de Moscú se perpetúa entre el círculo de norteamericanos snobs que considera estupendo conocer a un ruso, siempre escritor o artista, en Nueva York, y prosigue entre los guardaespaldas jóvenes militantes de su partido en Rusia, quienes le protegen de las palizas y amenazas anónimas.  Estos encierros llegan a su cumbre cuando se convierte en prisionero político bajo Putin. Un hombre aparentemente libre como Limónov alcanza su verdad profunda en la prisión de Engels tras ser detenido por terrorismo en Asia Central, donde visitaba una especie de comuna del partido en que por primera vez conseguía alcanzar cierta comunión con la naturaleza. En la cárcel Limónov toma consciencia de que puede ser el único hombre del planeta capaz de darse cuenta de que los baños son iguales a los de un hotel de Nueva York, ambos diseñados por Philippe Starck. Carrère afirma que el poder relacional de esta imagen, metafórica en varios frentes, sin olvidar que el diseñador en cuestión es francés, enciende el anhelo de escribir este libro, y obviamente lo inspira.

La obra propia del Limónov escritor es casi por entero autobiográfica, aunque no académica ni por supuesto convencional. Sus libros son la primera fuente de información de Carrère, que además conoció fugazmente a Limónov en París y volvió a verle en Rusia, nada menos que en un homenaje a Anna Politkóvskaya, antes de intentar entrevistarle con miras a aumentar su información, sin que sus encuentros fueran fructíferos para ello.

Carrère encuentra un afortunado tono narrativo, que nunca abandona su escritura inspirada, siempre interesante y lúcida, y que brilla en su mezcla de ensayo, biografía y confesión, alrededor del proceso creativo y su relación con la vida. Sus páginas sumergen al lector en una odisea personal envuelta en la historia de los últimos cuarenta años, especialmente la rusa, que le permite además dibujar escenarios de la ética moderna –sobre el éxito o sobre la violencia- a través de un personaje controvertido e impredecible, cuya genialidad biográfica es asombrosa y atractiva como pocas.


Emmanuel Carrère (vía)

18 de julio de 2014

Gráficamente, perros


Los cómics del autor noruego Jason son fácilmente reconocibles por sus protagonistas, perros antropomorfos, pero tienen otros puntos en común… Por ejemplo, estos dos títulos dignos de Federico Moccia o Albert Espinosa, hijos en este caso de una traducción peculiar: No me dejes nunca se titula Hemingway en su versión original. ¿Por qué haces esto? sin embargo responde a un cómic de título original Te quiero enseñar algo. Son cómics publicados en 2006 y 2007 y quiero pensar que ahora serían títulos distintos… Ambos tebeos son ejemplos de línea clara con vocación de historia negra, alrededor de personajes de cierta desesperación existencial.

¿Por qué haces esto? es un álbum brillante; cuenta la historia de un hombre perseguido por un asesino al ser testigo involuntario de un crimen. El protagonista está intentando superar una separación que le tiene paralizado, pero los hechos le obligan a movilizarse. Su tristeza profunda y el dolor causado por la propia acción, reflejados también en un excelente uso del encuadre y el contraste, proyectan su destino. Las referencias hablan de Bergman y Hitchcock, y no las veo desencaminadas, especialmente en el segundo caso (obsérvese más arriba la portada, para empezar).


No me dejes nunca viaja al París de los años 20 y convierte a Hemingway, Pound, Joyce y Scott Fitzgerald en autores de cómics. Nada cambia respecto a la mítica que tenemos de ellos (su pobreza, la influencia de Gertrude Stein, Pamplona y la fiesta, el alcoholismo de Zelda Fitzgerald), pero sí fantasea con que todos ellos cometan un atraco con consecuencias terribles, para salir de sus penurias económicas. El atraco dura nada menos que la mitad del libro y se narra desde varios puntos de vista, recordando por ello (y por el tema, y por el uso del tiempo y el ritmo, además de los perros antropomorfos en que Jason convierte a sus protagonistas), a Reservoir Dogs. El cómic es un pequeño alarde narrativo de acción y pierde la fuerza de los personajes del anterior, aunque la visión del autor sobre los artistas del cómic en general (su reconocimiento, sus anhelos, sus desesperaciones) es múltiple y sabrosa.

En mi opinión, ambos libros sufren y se benefician de la opción estética de convertir a sus personajes en perros, algo no del todo común a pesar (o tal vez porque) de Maus y su peso en la novela gráfica moderna –aunque obviamente haya todo tipo de precedentes-. Se beneficia por el atractivo choque visual que supone en historias de cierta profundidad humana, pero sufre por la escasa diferenciación visual de personajes, que en el caso de No me dejes nunca, con varios personajes masculinos con cara de perro y enmascarados, apenas se realiza por el color, más bien apagado, de las ropas. El ejercicio de estilo es en cualquier caso estimulante, y Jason es un autor de profundidad psicológica que combina con pulso situaciones y personajes.

John Arne Saeteroy, alias Jason (vía)



8 de julio de 2014

El diablo en el cuerpo



Azazel es una novela ambientada en el siglo V en Egipto y Asia Menor, protagonizada por Hipa, un cristiano médico y monje, que, inspirado por un demonio que le acompaña en su vida interior (el Azazel del título), escribe la historia de su vida. Hipa asiste en Alejandría a la lucha entre los paganos y la primera iglesia organizada cristiana que termina con el asesinato de Hipatia, y es testigo de las escisiones eclesiales por herejías heredadas del arrianismo, en un momento en que los concilios comenzaban a reflejar cuestiones de poder simbolizándolas en preguntas teológicas hoy ridículas y superadas. Hipa es además un monje díscolo, que cae en la tentación de las mujeres, y se siente atormentado por ello. Este es el punto que Azazel le impulsa de continuo a desarrollar en sus escritos por encima de los demás.


Youssef Ziedan es un autor árabe de reconocido prestigio en Egipto donde el libro ha sido popular, pero también denunciado por los cristianos coptos, molestos por el retrato de los cristianos en un libro publicado en un país donde son una minoría presionada por el islamismo. Aunque Hipa es copto y es un personaje de valores positivos, claramente diferenciado de la agresiva iglesia de Alejandría, su conflicto moderno de pasión sexual y fe religiosa… ¿puede ser una ofensa, o un problema? Obviamente, no existen musulmanes en la novela, pero sí una referencia sutil a la lectura de que los conflictos cristianos posiblemente ayudaron a la aparición del Islam entre las tribus árabes en aquel entonces sin conexión alguna.

Aunque con técnicas literarias modernas (el diario encontrado con las confesiones de Hipa, los diálogos imaginarios, la estructura de flashback), Ziedan pone en la pluma de Hipa un lenguaje que intenta captar la psicología de los personajes de la época, y los textos religiosos y la presencia de Dios, Jesús y la Virgen son el centro de las conversaciones, las metáforas, los pensamientos, y la lógica de actuación. Zeidan lo consigue con una simplicidad muy diáfana, sin dejar que los modismos enciclopédicos de la novela histórica media le superen, y centrando en la confundida cabeza de Hipa los avatares de una época convulsa.
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Tal vez leído desde aquí y no desde el propio Egipto, el libro sea algo ingenuo en los conflictos de corazón para estar escrito hoy (tampoco es necesario exigirle que sea La Regenta), y a veces tiene subrayados innecesarios (alrededor sobre todo del patriarca de Alejandría), pero el acercamiento a la época tiene un planteamiento liviano en apariencia y cercano en tono que supone un logro de narrativa eficaz incluso para las cuestiones teológicas de fondo, y de lectura agradable a pesar de sus momentos violentos.

 Youssef Ziedan (vía)

(Reseña previamente publicada en la Revista Cultural Factor Crítico)